POESÍA
Primer Premio:
Fernanda Salas
elementos
(I) De la tinta
no voy a correr,
ni a desesperar.
esta vez las palabras me vencen.
tengo un puñadito de ellas
y antes de usarlas
ellas
me usan,
me escriben.
camino,
de espaldas para no encontrarte,
antes, mucho antes,
este poema se rinde
las palabras ya no le pertenecen.
retazos
trozos
restos
me amo entre los pliegues
pedacitos de letras
que voy siendo
casi poema
en tu boca
que se resiste
Y que al final muerde en este beso
En este verso.
Loneliness.
no mientas,
es su peso el que te trajo.
y no es fácil hacer un poema, la medida de tu
cuerpo
es estirar el silencio:
jadeo, susurro, canto.
anoto palabras pero sólo quiero saber de tu
ritmo.
palabras dedos,
palabras lenguas,
siempre fucsias.
y qué si todo está escrito?
en vos
en mí
un nuevo idioma
un giglico prestado,
sobre tu piel ahora,
piel que se evapora.
Ahora tu cuerpo
Muro angustioso
De esta azul caricias
De este fucsia besos
De este índigo semen
Esténcil de mí mismo.
Voy a dejar que te sumerjas,
intermitente,
en mi espacio.
que
tus susurros rosa
me pinten
poeta,
sin clishé.
claves tu lápiz en mi cintura
para dibujarla de nuevo
tantas veces,
esta noche.
Mañana,
estaré en blanco de nuevo.
con la lengua
pinto anhelos de tu espalda
garabatitos
imperceptibles.
es que quiero ser tatuaje,
sabor permanente en tu boca:
no entendí bien el juego.
Asonante o consonante
Vas rimando sus pestañas,
tentando sus horizontes
curvas que son renglones
en este andar del lenguaje.
Vos sos arte, dijiste
Pero no hay discusión estética posible.
Solo deseo que va a estallar
Y romper la palabra.
Mejor
Silencio palpable.
(II) de la luz
Polillas en este
Paisaje horrendo
Voy buscando una salida
Mi amor.
Para no aburrirme
Cuando vuelvo del trabajo
A eso de las once nocturnas
Voy contando las luces
Ahora son luciérnagas inalcanzables,
El tiempo se detiene un rato en el bondi.
Todo es distinto enchufada a mis auriculares.
Todo parece estar bien.
Voy a lamer tus calles Salta,
encerrarme en tus costillas.
La plaga de bichos de luz
Me invade
Soy paciente
Sé que buscan lo mismo
que yo,
we float
a la espera de la paz.
La calle me come
no alcanzan los faroles,
los semáforos,
los postes lejanos.
Esperamos.
aplastada en la senda peatonal
algo detiene su paso.
la mariposa sueña con la ciudad.
la
noche
se
acuesta en el campo
frente
a los cuarteles.
Los
milicos duermen,
Por
los siglos de los siglos, pensamos.
Alumbra
el faso y de la boca del flaco
-veremos
algún ovni hoy?-
A
veces tu abrazo no abriga,
Y
en el cielo
Solo
una estrella.
Te
dejo, e insegura
Voy
a la parada.
-el
bondi está a un pucho de distancia- dice Raúl.
Lo
enciendo y pronto veo las luces en la esquina.
Sonrío,
si acaso podríamos calcular
Todo
este modo, entonces
No
elegiría
Ese
pucho ni ninguno.
Elegiría
no calcular el tiempo
Y
quedarme con vos.
Nocturnidad
Son
las 6 am y desnuda me encuentra la luna que vuelve turquesa la ciudad y moja
las luces de las calles.
Todo
es turquesa desde aquí, desde esta ventana alta (como vos) de la que me cuelgo
en mi insomnio. Vos estás aquí, escucho tu guitarra y pareces lejísimo (quiero
ser esas cuerdas) sigo colgada de la ventana y va clareando. El sol está
ganando, el naranja se a instalando, vamos presintiendo el calor, puedo verme
al mediodía, volviendo a casa mordiendo la soledad en el cigarrillo.
Me
doy vuelta te miro siempre mal momento, y tu riesgo cantado para alguien más y
no importa que después suene la vie en rose para mí y en realidad nada importa,
espero tranquila, ahora acostada que me busques, me beses, me toques.
Ruego
que no llegue la mañana, que el sol se olvide, que vos te olvides y quedarme.
Que no se termine.
Segundo Premio: Belén Scigalszky
Levadura naif
Antigonía de la i
la i cae
_.
hay que
enterrarla…!
el alfabeto
de los dioses
omega alfa
lo
proclaman…
los ojos del
padre edipal
laten en el
bolsillo,
cerca del
sexo.
Anti- agonía
en el útero
de la cue(r)va
la pre-vida
Antígona
artelista
para la
muerte,
la bocal en
la i, ca_.da
de la voca
cueva
inyecta el
deber,
agoniza con
instrucciones
_.n cesto
tutoría de
la horca
hora agónica
Antígona.
-¿Papá
a dónde van los muertos?
-Ahí
donde
los
cordones umbilicales
cita
PM,
la
línea descubre su niñez
en
el psicólogo P.
cadáver exquisito…
(a F.S.) metonimia del pelo
…ver cada exquisita parte,
en que prometí no pensar…
..en trenzarnos los pechos
con la sombra de la pared…
.ni imaginar que tus
muslos… en mi cintura, con la delicadeza del verso…
.como el canto, el tacto
mojado del alma…
…no imaginar la espalda…
.ni la apertura bimembre
….. ni los diálogos de lo
mordible sin dientes…
.tarde para prometer no
pensarlo…. tarde, que todavía no acabo de sentirlo.
Habitar Sáfico Siglo XXI
Me han amputado los
sentidos
aquellos que habían de mí,
la sombra sin cuerpo, la
voz sin palabras
los pasos de metáforas.
Crezco y vivo,
cada célula es asesinada
por una realidad que
anestesia,
los talones han mutado los
cayos
y callo, cuando antes
habitaba.
Respiro sobre mi piel,
los poros vomitan un olor
corrompido,
un deseo que escupe gritos,
demanda batallas:
un apocalipsis corpóreo.
Reivindico tu nombre (en
género)
y veo trazos de hombros marmolados,
solicito descuartizar tu
ropa con mis labios
para oír la textura de tus
labios encubiertos.
Como bocas cocidas
y abrigos mundanos,
los mitos de la cultura
los límites humanos.
En mí encarna Safo
en ti mi carne espíritu,
deleites,
las formas comparto
con tu íntima naturaleza
que pliega y usurpa
rasguños
en la quietud de mi
estesia.
de
la muerte de una Pintora Surrealista
Ca.
Lintorcha:
nacida en el mundo,
Pintora,
ladrona, peluda.
Iniciada
en los inicios de todo arte,
y
proclamada a la violencia de existir,
alma
de cuerpo.
Se
especializó en óleo sobre aire,
luego de sufrir un viaje cósmico
en
los labios debajo del ojo del huracán.
Perteneció
a la escuela de las “H tacitas”,
donde
debajo del picaporte de la puerta,
en
su honor hicieron su busto,
favoreciéndola
en cantidad, pero no calidad.
Murió
sentada en el escritorio
de
la biblioteca de Alejandría,
luego
de desatar el último códice
y
comerse el penúltimo libro.
Nunca
se la recuerda, pero quien la piense
sabe
que podría haber existido
entre
la manca y la mano.
Dislexia del Error
- disección:
El cadáver desnudo del
Error,
debajo de los pies más
bellos,
de los más descalzos o
calzados.
-coágulos:
el Error como fe pasiva,
entre esos pies, y el
instinto de dios
(transición)
fragmentos del día,
diafragma de la historia
de la filosofía.
-alimento:
Triste piedras
del dogma
del alma,
para el simple cuerpo del
Error,
obeso moral
estético bulímico.
-purificación:
pura-dicción
daltónica
recomen(dada).
(transición)
la Verdad:
materia bruta,
su artista:
el Error.
Sin-téticas
Sin
leer
las
ménades de la pag 69,
sin
la práctica de la pluma,
hay
una tribu
que
no necesita mesa redonda,
ni
última cena,
carente
de Orfeo y de barca,
esta
es la tribu Sinedén:
la mujer,
de
la lengua náufraga.
Hacen
una oralidad
que
medicina.
Ama(nuense)
A
Mateo
hilaría sólo
la luz de tus manos,
si no fuera
por la intermitencia del
piano que te toca
que me resiste,
que te incorpora a la
tierra,
con la tierna violencia de
las alas.
si la muerte es la ausencia
de lenguaje,
soy el silencio brutal
de tu chaleco de almendras,
devoré la línea del pájaro
¡y acabo derramando
estos ecos de brazos,
sin ser esfinge, huesos,
ni permanencia!
soy, el mínimo bocado de tu
respiro.
Unicornio Emperatriz
(a
P.)
no sé leer
las alas de tus mariposas,
ni los mitos delante del
espejo.
no sé adivinar
del tarot la mentira,
pero hay una leyenda
detrás de la barba de la
reina
detrás de las pestañas de
los mimos
dentro de mi cuerpo de
mujer.
un ermitaño fabrica
la fiebre de las voces,
del loco, el amante y el
colgado…
…y una pulsión en soledad
se establece en el guante
del cuerpo.
Si me amputan el alma
por creer en la luz,
sólo quiero llevarme
las manos de tus dedos.
Santo Dudario
el copiloto del método
carece de encías
el que duda piensa, eso ya
es pan comido,
pero el que no pan comido ¿duda?
el copiloto del lápiz
aguanta
la respiración
la duda se parece a la
deuda de la certeza,
esa certeza subastada en la
casa de antigüedades
y cosas de segunda mano.
la 2ºgunda mano y las
demás,
el pan comido, el budín de
pan.
el copiloto del subastador,
se ha martillado los dedos
de la 3º cera mano.
¡Ah! La duda, claro está.
la duda del santo
¡Oh! Miguel Ángel y los 13
alfajores
de apóstol.
Subasta: dos puntos:
tanto sudario, en la época
sin desodorante
el Santo Dudario a la 1
el Antro Canario a las 2
el Canto Ovario a las 3
vendido el señor Copiloto.
No
cantar el himno
(
porque
no hay espacio para la patria
en
el presente.
porque
protocolo muy respetuoso
levantó
la mano
y
pidió permiso para ir a cagar,
(fue
y se quebró un pie).
porque
el escudo
no
llega a ser plato.
el
laurel murió,
la
gloria no es del hombre, es del árbol.
la cabeza ahora desvisto
nicho
y desdicho
bandera:
apósito para la mujer que trabaja.
La
Identidad no tiene dientes,
si
no tiene dientes no come
luego
la
identidad no existe.
recordar:
hacer ruido con la vida,
cuando
se cante un himno.
HAIKU
La boca espera
ser la escuela
de los pezones
EnsaYO de un retrato
(mientras lo mínimo se
lluvia)
el intento de lo escribible es
sentí que
debía luchar por
estoy
enamorada de
nos
acunamos en un despojo
hace dos
días conocí
no estoy
sola
lo probable
es
hace tres
días besé
no prometas
aconsejar
|
ni tu
ausencia
P(…), una
mujer
estoy
conmigo
la excusa,
el pan, la obsesión
los bigotes
del poeta
la ropa
usada
lo
escribible
con la
conducta del niño
la
muñequita oriental de pan
lo que se
puede probar con la lengua del tacto
sin
necesidad de amarnos luego, a M(…)
|
Referencias
la
mayúscula + (…) = nombre propio o existente
se puede
unir con flechas invisibles
el corazón
es el único órgano que no siente los latidos, pero cree que existen.
|
Primera Mención: Carmen Stella Maris Vacaflor
Nubes de Valencia
Ella
que busca lo que no debe
que encuentra lo que no busca
que trepa montañas sin ser alpinista
que ríe cuando debe llorar
que no sabe mostrar sus emociones
que le huye al dolor
que ya no sabe llorar
que olvidó el significado del verbo amar
que ya no espera demasiado de la gente
y que sin embargo
espera
Aunque sé que muchas cosas
han cambiado, hay otras que por suerte
nunca lo harán. Y es así como mientras
te miro preparar el mate, voy contándote
lo que fue de mi vida y es tan bueno saber
que junto a vos el tiempo es eterno.
Ella decía que dependía de nosotros hacer
que nuestra vida estuviera llena o vacía. Y
yo
me quedaba mirándola, disfrutando escucharla
hablar
así, con esa manera tan particular que no he
visto
en nadie más. No tenía ni siquiera treinta y
cinco años
y, sin embargo, parecía tener la experiencia
de una mujer de setenta. Quizás esa era
la parte suya que más adoraba.
Ahora se encuentra frente mío,
como hace tantos años y se queda
mirándome. Sé que cada gesto mío
le recuerda a esa mujer que una vez
amó y sé también algo más. Supone
que ya nada queda de aquel amor y
que ha superado todo. Supone que
aquella pasión que sentía se esfumó
e incluso que mi vida el irse él
continuó. Supone tantas cosas
que hasta de seguro supone
que soy feliz.
Pero se equivoca.
Invierno
Mis inviernos eran siempre los mismos.
estrellas apagadas y una luna ausente,
mañanas grises y agua por doquier.
El frío calaba los huesos y el alma
mientras mi abrigo esperaba siempre
en el perchero. Cuando todo alrededor
era humedad, cuando los cristales se
empañaban y había que poner a funcionar
los parabrisas, yo la buscaba.
Ahora me doy cuenta que las mañanas
eran las que más me costaban. Mas luego
fueron también las tardes y las noches.
Después
Es tarde, dijiste.
Y no pude explicarte nada.
Hubiera querido decirte cuánto
te había extrañado y cuánto
te había necesitado. Y sin embargo,
sólo dije que estaba bien,
que comprendía,
que no había problema.
Después me dolió el vacío,
la soledad,
el abandono
y no haber
podido decir
algo más.
Después fue demasiado tarde
y no hubo tiempo
para volver atrás.
21 de
Enero
La vi acercarse, vertiginosamente,
La despedida se hacía presente. No tuvo
tiempo para ofrecerme. Ya no había
nada. De eso que una vez hubo
sólo quedaba el dolor.
Cuando miré en mi interior, comprendí
que se había llevado todo. No había
más que vacío y pude verme
huyendo junto a ese cuerpo que
se alejaba más y más en el tiempo.
Despedida
Tuve que ser fuerte y lo miré fijo, con la
fortaleza
de quien sabe que debe fingir y tuve que
responder
con una voz que no me pertenecía. No iba a
llorar.
No podía permitirme flaquear frente suyo.
Ahora
todo lo que hiciera sería demostrarle que no
me dolía su adiós y que comprendía su
lejanía.
Ya nada quedaba por decir. Él lo había dicho
todo.
Y a mí sólo me restaba hacerme cargo
De mi soledad y su ausencia.
Planes
Ya es tarde pero igual salgo a buscarte. Otra
vez
Se me ha pasado la oportunidad de hablarte. Y
pienso
que quizás tendría que haberme quedado en
casa, durmiendo
o viendo algún programa estúpido. Y vos, que
decís que la vida
es lo que pasa mientras hacemos planes. Y yo,
que siento
que sólo vivo en planes que al final nunca
llevo a cabo.
(PARA MI TU MIRADA YA NO ES LA MISMA)
Decís que las miradas lo dicen todo para vos.
Y yo
me quedo pensando, tengo miedo que leas en
mis ojos
que te quiero más de lo que debería, tengo
miedo que leas
que no quiero que te vayas ahora, tengo miedo
de decirte
que te amo. Y te digo: No me gustan las
personas
que creen saberlo todo. Y me voy.
I
Despojada de toda vida,
aún
resuena en sus oídos
el eco de su adiós.
V
Mientras el sueño la apresa,
poco a poco va abandonando
la vida, esperando al que
nunca supo regresar.
XII
Ya no sé quién eres o
qué
soy. Ya no me encuentro
en vos y sin embargo, todo
en ese cuarto, sigue igual. Aunque
sé que no es así porque
siento tu ausencia. Y la mía
está impresa en las paredes
de tu olvido.
XIII
Llega tarde y con el pelo mojado,
se ha bañado intentando
quitarse la pasión que lo desbordara
cuando en un torbellino de pasión
se perdieron sin saber bien
la continuación de uno
y la terminación del otro.
XVI
Su mirada lograba
en mi mujer que había
soñado tanto ser.
XVII
Él me preguntó
si aún
después que
decidí alejarme,
lo seguí amando.
Yo guardé silencio
un momento mientras
sus ojos crecían más
y más en los míos.
De pronto, con
un hilo de voz,
dije: sí. Sólo eso
y me fui.
XVIII
Siempre recordaré aquél día
en que entré al curso, casi vacío
y te vi allí, mirando a través
de la ventana siempre.
XXIV
Siento que te estoy perdiendo
(Y ni siquiera estás aquí para saber
cómo me duele).
XXVII
Sus labios tenían
el
sabor del mate
amargo.
XXXI
Al principio pensé que había
sido pura casualidad. Luego descubrí
que hay mil maneras de mirar y también
que una mirada basta para decir
todo aquello que no puede
expresarse con palabras.
XXXIII
Mientras el autobús avanzaba, volvieron
a pasarle los problemas y su cuerpo volvió
a inundarse de aquel sentimiento de vacío
mientras
poco a poco iba cayendo en la cuenta de que
ya
no era y de que ya no volvería a ser.
XXXV
Aún hay veces en que el silencio
se hace profundo, veces en las que
puedo sentir sus caricias en mi cabello
antes de dormirme y en las que vuelvo a
sentirme pequeña, como cuando él aún
podía recordar que me tenía al lado y
un resto de amor por mi guardaba
dentro de su terrible ser.
XL
Sólo un momento
después
supe que ese
había sido el final.
XLI
Hay cosas que no se estudian en
los libros sino en los pasillos, hablando
con los otros. Un estudio en movimiento
solía llamarlo ella.
Ahora sé de qué hablaba y sé
también que ella sabe
que yo sé.
XLII
Desde que te fuiste
solo soy un ente que se resigna
a vivir a cada instante.
L
Cómo decir
que el corazón
se me detuvo por
un instante y quise
quedarme ahí,
junto a vos
toda la vida.
NARRATIVA
Primer Premio: Ramón Segovia
El Corcho, el Pulga y Yo
El crepúsculo, derrotado por la oscuridad, ya
se fue. Por la ventana se ve un obeso árbol negro y un aroma de comida
recalentada me convida el vecino. En la radio un a voz repite como todos los
días a cada instante “sabe donde se encuentra su hijo en este momento”, mi
madre que plancha una pila de ropa me mira y me ordena – andá a dormir que ya
es tarde.
Es la frase que esperaba tanto escuchar
mientras miraba el árbol con su hospedaje completo, pleno de pájaros durmiendo.
Llegué a mi cuarto, preparé mi cama como para que mi madre creyera que estoy
acostado y saltando la tapia del fondo me escapé al baldío contiguo. Allí me
esperaba el Pulga, callado, siempre con
miedo, el Corcho no llegaba, así que lo fuimos a buscar a su casa al
llegar vimos un Ford Falcon azul de la cana que se alejaba:
- ¿qué pasó? Le preguntamos, él nos dijo que
el novio de su mamá no se iba rápido. Regresamos al baldío, teníamos que
prepararnos para realizar la tarea de todos los viernes, pasamos revista a
todos los elementos para cumplir el trabajo.
Teníamos tres tizones fabricados con unas
ramas quemadas, un poco de “ferrito” diluido en agua.
Un día, en la hora de clase, el profe Vicente
comenzó a renegar y tirar el librito de la CAL al cesto de basura, diciendo ese
es el lugar de estos golpistas, en la democracia este es el libro de cabecera y
levantaba la constitución; y nos habló de las libertades y de nuestros
derechos. Lo vimos tan eufórico que su discurso de quedó dentro nuestro.
Cuando regresábamos a casa mientras
caminábamos vimos unas pintadas en las paredes de montoneros y del ERP había
leyendas que decían “luchemos y se van”
“Patria sí colonia no” “a la lata, a la tero, mi mamá tiene un hijo
guerrillero!”. Nos miramos cómplices y antes de hablar ya nos pusimos de
acuerdo para salir a pintar, queríamos ser guerrilleros y en una fantasía
soñábamos que en una noche nos encontrábamos con ellos y nos sumaban a sus
grupos de tareas, romántica idea adolescente.
Pasamos muchas noches esperando que nuestro
sueño se cumpliera. Todo parecía que esta era la noche, lo presentíamos. El
Pulga estaba más mudo que nunca y al Corcho le brotaban las sonrisas como si
estuviera que recibir un premio y yo sentía como me explotaba el corazón.
Comenzamos a caminar buscando la pared ideal
para nuestra pintada, las letras perfectas, grandes… de repente sentimos una
frenada brusca, unas luces potentes me dejaron ciego, gritos me empujaron
contra la pared, escuché disparos, giré para ver y estaba como a cien metros
tirado el pulga parecía muerto, de su pierna le brotaba sangre…
- ¡Pendejo subversivo… escaparse de “suad”.
Decía un policía grandote y gordo y los otros se reían y festejaban el deber
cumplido.
Llegó la “chancha”, al Corcho y a mí nos
subieron y tirados en el piso nos preguntaban por nuestros compañeros “¡donde
están los otros!”… “¡Dale, cantá pendejo de mierda!”.
Mi amigo temblaba, yo contenía el llanto. Por
la puerta entreabierta vi cómo lo cargaron al pulga al mismo Ford Falcon azul
que vi en la casa del Corcho, un policía se acercó hasta donde estábamos y le
dijo a quien estaba con nosotros: “Tagarnon linda carga te mandaste yo me
encargo de este, vos soltalo al gordito por ahí y al otro hacelo cantar”, y se
fue con el pulga…
Cerraron la puerta de la “chancha” y comenzó
a andar por distintas calles, pararon en Copacabana, un local bailable cerca de
la estación, cargaron dos mujeres y un borracho luego siguieron hasta el
Quince-Catorce una wisquería, subieron cuatro prostitutas, continuamos
deambulando, de repente pararon y al Corcho lo bajaron y gritándole que no
había visto nada le dijeron que corriera.
Llegamos a una casa de las afueras de la
ciudad, allí bajaron a las mujeres, se sentía música estruendosa carcajadas y
un perfume promiscuo uno de los policías me miró y me dijo –“nos vamos a enfiestar
un rato y después te agarramos así que preparate para soltar la lengua, no me
des trabajo, me encerró en un cuarto oscuro y se fue.
Las horas pasaban la música y los gritos
aumentaban no sabía que hacer me quedo en las retinas la sangre del Pulga y la
cara mafiosa de quien se encargaría de “tapar la cagada”. Tenía una mirada
penetrante oscura, un seño arrugado, la voz ronca pero había algo en él que lo
ubicaba rápidamente en el personaje de los malos de las películas, de esas
películas que uno no quisiera que se hiciesen realidad. ¿Qué pasará conmigo?
¿Me matarán como al Pulga? ¿Por qué lo soltaron al Corcho? No entendía nada
solo estábamos pintando unos letreros desprolijos. La puerta se abrió, un cana
entró empujando una mujer ebria, excitados los dos se revolcaban en el piso, y
yo… Panchito que no soy ni tonto ni lerdo salí sigilosamente y me perdí en la
profundidad de la noche, corrí, corrí solo Dios sabe que corrí toda la noche.
Cuando llegó la mañana hice dedo, un
camionero me levantó, anduve por las rutas varias horas cerca de Humahuaca, me
dijo que me bajara y me quedé en un pueblo llamado Uquía, allí una familia de
viejitos me dieron un lugar donde dormir y comer a cambio de ayudarlos con las
labores del campo.
Pasaron unos meses y leyendo una hoja de
diario viejo encontré un artículo que hablaba de mi amigo el Pulga, pobre! lo
habían atado con alambre y lo dejaron tirado al borde de la ruta a San Lorenzo
creyeron que estaba muerto y la verdad
que si estaba muerto de miedo. Unos baqueanos que a caballo pasaban por
allí lo encontraron, lo llevaron a un hospital y salvo su vida menos una pierna
que por los alambres con que lo habían atado se le encangrenó y tuvieron que
cortársela.
El tiempo fue cumpliendo su destino:
transcurrir, los años fueron pasando y me vinieron ganas de volver a ver a mis
amigos, saber de sus vidas entonces decidí regresar al barrio.
Camine hacia mi casa y ya no está, una
empresa construyó un galpón, el baldío hoy es una construcción de departamentos
caminé las calles como lo hacía para ir a la escuela normal y las paredes hoy
tiene letreros de partidos políticos, paisaje de democracia. Los chicos con sus
delantales caminan sin buscar lo prohibido que los pueda enfrentar con una
muerte violenta. Se respira vida se huele vida, se puede soñar con la vida.
Como estaba feliz decidí buscar al Pulga, lo
encontré viejo con un bastón para poder controlar su pierna ortopédica, nos
abrazamos y juntos marchamos en busca del Corcho como en aquella noche,
queríamos preguntarle si sabía por qué a él lo soltaron.
Cuando llegamos a su casa que grande fue la
sorpresa el Corcho estaba en el jardín cebándole unos mates a un anciano en
silla de ruedas que se quedó duro cuando nos vio. Era el policía que se tenía
que encargar del Pulga, que miserable vida la del Corcho! Condenado a pagar su
vida a un ángel de la muerte.
Segundo
Premio: Vanesa Elizabeth Soto
En Jujuy no existe la muerte
Darío pregunta a su
madre a qué hora van a comer, y ella le responde que falta mucho todavía.
Siempre almuerzan al mediodía, pero esta vez su madre se retrasó.
Tal vez tendría que
dejar de levantarse tan temprano porque si no a las doce tiene hambre. Para
pasar el tiempo él se va a ver televisión un
rato.
Su madre lo llama a
almorzar.
No escucha el
llamado. Llega tarde a la mesa, todos comenzaron a comer sin esperarlo.
Recuerda que entra
a trabajar a las dos de la tarde, por algunos cambios improvistos de horarios.
Come rápido. Se baña más rápido.
Suena el teléfono.
Darío no oye ni el menor sonido, está distraído con los problemas de la
oficina, con sus deudas, y solo deja deslizar el agua por su cuerpo mientras
trata de agarrar el jabón.
Su madre atiende el
llamado.
Le han dejado un
mensaje para Darío. Cancelaron sus cambios de horarios, no tendrá que ir ese
día a la oficina por la tarde.
Darío sale de
bañarse. Se pone la camisa blanca recién planchada, los pantalones azules de
vestir, y sus zapatos negros. Se afeita. Toma su bolso. Se pone los auriculares
y grita desde la puerta “chau, vuelvo más tarde”. Su madre al escucharlo, le
grita desde la cocina que no tiene que ir al trabajo. Sale corriendo a
buscarlo. Darío ya se fue. Está a media cuadra lejos de su casa.
Camina.
Toma el colectivo
que lo dejara a unas cuadras lejos de su trabajo.
Piensa el discurso
que le dará a su jefe. Él ya no puede seguir trabajando. Desea invertir todo su
tiempo en sus estudios. Mientras más rápido le avise, cree, que va a ser mejor.
Va en el colectivo
por la autopista.
Hace calor.
El colectivo va
lleno.
Él se levantó de su
asiento para cedérselo a una señora.
La señora viaja con
su hija, ambas están enfermas de resfriado. Al subir al colectivo estornudó y
no pagó los boletos. Una vez sentada acomoda a su hija y se levanta a pagar al
chofer. El chofer se distrae al caerse unas monedas de su bolso. Pierde el
control de su colectivo por solamente unos segundos. Chocan.
Los pasajeros que
van parados se golpean un poco. Todos se asustan pero no pasó nada grave. Nadie
está lastimado. El chofer baja presuroso a ver los daños, atrás de él
descienden los pasajeros curiosos y uno de ellos es Darío.
Darío comienza a
ver los laterales del vehículo y sin darse cuenta camina hasta la mitad de la
ruta. Observaba el colectivo desde cierta distancia, piensa que si le cuenta a
su madre lo acontecido va a ser afligir demasiado por nada. Él está bien.
Sin mirar a los
costados sigue caminando y observa al colectivo. Un camión aparece en la ruta
de repente. Al camión lo conduce Raúl, un conductor nuevo en esa empresa de
camiones, que ha salido hace dos días desde Chaco y se dirige a Chile, lleva
sin dormir muchas horas pero no está en sus planes detenerse porque quiere
volver al pueblo, para festejar el cumpleaños de su hija menor, Florencia.
Avanza demasiado rápido. Cuando se
percata que hubo un choque ya es tarde. Darío está parado en medio de la ruta.
Toca la bocina pero Darío se queda inmóvil.
No reacciona.
Todos gritan, pero
nadie se mueve, nadie respira, nadie va a ayudarlo.
Se han multiplicado
los espectadores, se ha duplicado el tamaño del camión, y se han hecho eternos
los segundos antes del impacto.
Darío cierra los
ojos y al segundo los vuelva a abrir.
No ha pasado nada.
Se siente bien.
Está bien. A su alrededor no hay nadie. No hay gente, no está el colectivo ni
mucho menos un camión. Solo ve una autopista infinita, vacía, sin vehículos y
ni una persona a la vista para preguntar qué ha sucedido en realidad. Se
pregunta y se afirma que todo ha sido un sueño. Comienza a caminar hasta su
casa para contar a su familia, especialmente a su madre, lo que ha pasado.
El camino se hace
muy corto. No ha tardado ni veinte minutos para llegar a su hogar. Cuando entra no encuentra a nadie, pero han
dejado la puerta sin llave así que piensa que volverán pronto. Los espera. Se
dirige a su cama, la nota un tanto extraña pero no se detiene en detalles y se
recuesta un poco. Se siente cansado.
Han pasado muchas
horas. Darío se levanta de dormir y va a la cocina pero se percata que todo ha
cambiado. No están los muebles de siempre, las cortinas son distintas, hasta el
color de la pared es diferente. Hay una pequeña mesa preparada en un rincón de
la sala que tiene muchas de las comidas que le gustan, hay chocolates,
caramelos, chicles, panes, maicenas, pochoclos, jugos, gaseosas, un plato de
pollo con papas y otro plato con milanesas con arroz (su comida preferida).
Darío se extrañó un
poco por la sorpresa de encontrar la mesa de sus sueños, pero el hambre no lo
dejó titubear. Comienza a comer el pollo, sólo prueba un poco, come todo el
plato de milanesa y luego prueba algunos chocolates. Piensa que si lo vieran
sus hermanas le dirían “gordo, dejá de comer así”, y se divierte con esa idea.
Ríe un poco.
Hay mucho silencio.
Las habitaciones
están cerradas. Especula que su familia llegó mientras él estaba en su cama.
Sintió nostalgia,
recorriendo su casa.
Fue a la habitación
de su madre y ella estaba ahí. Dormida. Él trató de hacerla levantar pero no
pudo. Resignado se sentó a su lado y esperó que se levante.
Unos minutos
después su madre despierta, se sienta mecánicamente al costado de la cama y
llora. Por sus mejillas se deslizan lágrimas de dolor, de tristeza, y habla
sola. Darío no entiende nada y le toca la mano como reflejo a tan tremenda
situación y la siente cálida, suave como el algodón y más arrugada que de
costumbre.
Un abrazo los
convierte en una sola persona, en una unidad celestial y ancestral. Ella siente
algo inexplicable que la asusta, pero nada detiene su llanto. Tiene la
sensación de que algo que esperaba hace mucho tiempo ya ha llegado. La sola
idea la asusta y se levanta repentinamente a buscar la biblia y un rosario.
Mientras camina ve la vela que estaba prendida en la mesa se ha acabado. Llora
más. Pronto prende otra vela.
La luz que emana la
vela recién encendida es como el farol que le hace falta a su vida es esa
chispa divina que el destino le ha quitado hace unos días, o hace algunos
meses, ya no recuerda muy bien cuando, pero solo invoca a Dios. Vuelve a su
cama. Reza el rosario muchas veces, y su hijo la acompaña. Han pasado varias
horas. Las lágrimas caen. El sueño la vence.
Darío se queda
junto a su madre hasta que también se duerme.
El visitante fugaz
llora.
Recorre su casa.
Son las doce del
medio día 2 de noviembre.
Las flores puestas
en la mesa se han marchitado.
María Rosa, madre
de Darío, se siente abrumada, confundida, cansada, loca. Hace algunos minutos
se levantó de la cama y se dirigió a la mesa que había puesto en honor a Darío,
y ha notado que alguien comió y tomó algunas cosas de la mesa. Desesperada
grita para que sus hijas se levanten. Todas recurren a la sala. Nadie entiende
nada. Nadie puede explicar lo que están viendo.
Las hijas solo
quieren pensar que fue el gato o el perro que entró por casualidad pero María
Rosa jura haber sentido la presencia de su hijo mientras las lágrimas empapan
sus ojos.
Todos lloran.
Lo extrañan. Lo
piensan.
Se miran. Rezan,
mientras levantan la mesa.
Noviembre.