lunes, 21 de agosto de 2017

Nueva Convocatoria para el Concurso Literario "Prof. Alicia Chibán"



BASES

1. De la participación

Podrán participar del concurso los escritores inéditos de Salta, Jujuy y Tucumán mayores de 16 (dieciséis años) mediante la presentación de una obra original e inédita, escrita en castellano.
No podrán participar aquellos autores que hubiesen obtenido con anterioridad el Premio del Concurso “Prof. Alicia Chibán”, no considerándose premio las menciones honoríficas.

2. De los premios (*)

Premios en poesía:
1º Lugar: $1500
2º Lugar $800
3º Lugar $500

Premio en narrativa:
1º Lugar: $1500
2º Lugar $800
3º Lugar $500

Menciones especiales.

Los textos seleccionados serán publicados.

3. De las obras

Las obras que participen deberán ser inéditas y originales; deberán estar escritas en español. La temática es libre.

4. De la presentación y recepción de las obras Los trabajos tendrán
• Narrativa como mínimo 4 carillas y como máximo 10 carillas con uno o varios textos.

• Poesía como mínimo 2 carillas y máximo 10 carillas con uno o varios textos.
En ambos casos se seleccionará la antología completa.
Sólo se podrá participar en uno de los géneros.

Los trabajos deberán estar escritos en letra Arial, tamaño 11, interlineado 1,5, hoja A4. En la primera página, se consignará el título de la antología.
Se presentará una copia impresa de los trabajos, debidamente encarpetadas o abrochadas. Además deberá ser enviada una copia por mail, con asunto “CONCURSO” una copia como archivo en un documento Word a concursoaliciachiban@gmail.com
Al pie de cada una de las hojas (tanto en la versión impresa como en la digital), se consignará únicamente el pseudónimo del autor.
Junto a la versión impresa y en un sobre cerrado se presentarán los siguientes datos del autor:
- Nombre y apellido
- Fecha de nacimiento
- N° de documento
- Domicilio
- Correo electrónico
- Teléfono
En la cara visible de este sobre cerrado, se consignará solamente el pseudónimo.
Los trabajos, junto al sobre cerrado con los datos personales, se presentarán en otro sobre, en cuya cara visible se consignará solamente la leyenda: VII Concurso literario para estudiantes. “Profesora Alicia Chibán” y la categoría en que participan (narración o poesía). El sobre será entregado en la Escuela de Letras– Facultad de Humanidades, Salta; por correo en: Escuela de Letras, Facultad de Humanidades, Universidad Nacional de Salta, Av. Bolivia 5150. 4400 Salta.
Los trabajos que no cumplan con estos requisitos, no podrán participar del concurso.

5. Las obras NO serán devueltas

6. Del jurado

El jurado estará integrado por tres miembros para cada una de las categorías.

El jurado determinará, si es necesario, otros aspectos que no estén considerados en estas bases.
Las decisiones del jurado serán inapelables.

7. De la entrega de los premios

Se comunicará telefónicamente o vía e-mail a los ganadores. Se publicará el listado de ganadores, y el lugar y fecha de entrega de los premios y menciones.

8. La participación en el concurso supone el conocimiento y la aceptación de estas bases.
__________________________________________

(*) Los premios serán entregados como órdenes de compra válidas para ser empleadas en alguna de las librerías que la Comisión Organizadora ponga a disposición de los ganadores

domingo, 23 de diciembre de 2012

Textos ganadores del V Concurso Literario


POESÍA

Primer Premio: Osvaldo Oscar González

Inicio de asimetría

Añoranza
Ceremonias,
bajo el sol
de la tarde,
arrancarse las sombras
con las manos
hasta sangrar.

Testigo
Vi en su sombra
la cruz que cargaba
sobre la tierra,
oí su boca
descifrar la agonía.
Vi sus ojos
en remotos horizontes
perderse como aves,
sus libros quemándose
su casa en cenizas volar.

Hipocondría
Me arde
la uña que dejé
en el jardín.
Sueño con lavarme
 las tripas.
Mi pupila
llena de rayones
no deja distinguirme
en el charco.
Tengo sensible
la piel,
los poros llenos
de viento de agosto,
y no muero
y no muero.

La sopa
Como castigo
van a embalsamarte
con el alma puesta,
van a crucificarte
sin ladrones
que te distraigan
del dolor.

Sobras
En la noche
la percusión perfecta
del hambre de un hombre en la olla.

Indigencia
El fruto como un arma blanca
lastima mis labios,
paladeo dolor
muerdo los faros de la plaza,
a la luz que ilumina
a los muertos en sus bancos.

Solidaridad
Una mosca
entre los restos
de mis muertes.
Sobre el alimento
de mi vida
también
camina ella.

Otoño
Hijos muertos,
sombras giran en los patios
de escuela,
la estación
deshace las flores
por dentro.

Invierno
No duele la helada
sobre la osamenta,
ni vestido de blanco
parezco un ángel.



Otro vendrá
En el telar
del vientre
de mi madre
se teje
mi cuerpo
con
rojas hebras.
En algún
rincón,
un dios
mudo
esculpe
mi corazón
en
la piedra.

Un sonámbulo muere despierto
Desgarbado muñeco
compra huesos nuevos
para resistir.
En un gancho cuelga el alma
antes de acostarse.
Cada mañana
se acerca a la luz
para contarse los dedos.
Reconocí su negra aura
abriéndose paso
hasta llegar a mí.

Ofrenda
Los pies en la tierra
el cabello al viento.

Se nubla en la villa
El viento pasó
como huyendo de algo.
Miro el cielo,
la mariposa de zinc
que alzó vuelo
antes era mi techo.

En la ciudad pasan cosas
Necrofilia dura,
un maniquí
en la medianoche
se entrega,
estéril
ambiguo,
no gesticula la cara blanca
no gime
no ama,
el loco eyacula
sin dar las gracias.

Lluvia en Moldes
La higuera se desnuda
en la lluvia,
en la pared el adobe
llora barro antiguo,
imito el silencio
entre los fantasmas.
La casa
traga la tormenta,
gota a gota
cata
esperando
el derrumbe.

Veneno
Machetazos en el monte,
víboras que despiertan,
mi huella se hace
barro en la lluvia.

Travesti
Depila
despluma
destruye.
Mujer
pieza
por
pieza
en
un
espejo
se arma.
Desparrama
su  naturaleza.
En
la
calle
oscura
se alarga
como
una
sombra.

Sapera
Parece una víbora
que tragó un sapo
en el jardín.
No está satisfecha,
en sus caderas
el doble de dolor
el doble de malestar
y
el doble de angustia.
Flaca
sentada en la vereda
piensa en reptar
la San Martín entera,
hasta el infinito
hasta que un pisotón
le de muerte
a ella y a su
hijo de puta.

La amo defectuosa
Por tu beso
Insipidez de hostia,
vendí mi corazón
en la feria americana.
Enamorado
había visto
en tus ojos bizcos
a la luna estrangulada.
No es mi culpa
no poder distinguir
por genero a las moscas
ni ovillar prolijamente
a los gusanos.
Sólo te ame,
solo te ame.
Sé que tartamudo
en tu boca,
este poema
sonará más bello
que en lengua
sana.

Sueño con Alejandra
Quieta
se quejaba de la jaula.
Libre
se quitaba cada pluma.
Enamorada
castraba al corazón.
Desdichada
reía de su suerte.
No la entendí,
como leer las tinieblas.






Segundo Premio: Vanesa Elizabeth Soto
El extraño mundo de Eli
La música equivocada


Tomando de tu suspiro,  puedo brincar más allá de mi nariz, mordiendo la tuya.
Deletreando sustantivos,
pensando en la significancia de mi yo perpetuo,
buscando en el fondo del cajón mi diario de adolescente,
peleando con el recuerdo de hace horas,
queriendo amar,
queriendo odiarte,
viviendo,
despertando,
a un paso de lo viejo, que surge como novedad.
…………………………………………………..
…………………………………………………..
Cerca de un final,
….lejos de tus lunares,
…………….pensando en los míos .
.   …
................  ….


ser la rebelde de un Mayo francés,
ser la mujer que no levanta la mesa,
ser la frase de un boleto,
ser la luz de la luna,
ser la risa que calma al niño,
ser la novia,
ser el novio,
ser una mujer que insulta,
ser el canto en tu cabeza,
no ser tu mentira,
ser una buena contadora de chistes, antes que una "buena" alumna,
no ser una cara bonita,
ser rencor, ser mal humor, no ser simpática, ser amor,
ser yo, antes que desconocerme,
ser yo, antes de disfrazar mis angustias con colores


Día D
Desembarcando en la mesa vacía me desplomo ante un silencio profundo, marrón.
No busco nada.
Sé que no voy a encontrar nada.
Odio el fracaso,
aunque lo espero sentada mientras transcurre la efímera tarde de domingo.

"el tiempo es arena en mis manos"



Primera parte
Sentada al borde del sillón planeo tu destino, vivo mi presente,
niego mi pasado

llueve
          te beso
                       te escribo.

Prometo no buscarte. madrugada. otoño. Voz sin vos.

Charlas de domingos
.
-eh… nada.
-
´´
¨,
.
-

(mi mamá teje/

                        ---- depresión absoluta


                                                             ----debería tener novio, o aprender a tejer)

La medida perfecta del olvido

Dos personas sentadas en las orillas de sus camas. Una no llama a la otra, pero ambos esperan el llamado. Una se levanta y sale a buscarlo, la otra también. Ambas personas toman un camino diferente. Ambas personas se pierden entre las calles de tierra y los ladridos de los perros. Ambos seres se buscan pero con el menor esfuerzo. Ambos se detienen a pensarse. Se dan la vuelta y regresan a las orillas de sus camas a ver televisión y extrañar recuerdos esperados.




El peso de los colores
¿Cuánto pesa el color negro si lo llevas dibujado en la piel? ¿Es más liviano el blanco?

¿De qué color será el amor, la tristeza, la bronca, el odio… el desencanto?                                           
¡De qué color será tu alma cuando por las noches se despide de tu cuerpo y recorre los pasillos de tu casa?
                             ¿Tu alma guardará el color de tu piel o lo dejará dormido al igual que los recuerdos de un ayer lejano…?




La/
     Mi/
         Tu/
                  felicidad
Un cielo, mil estrellas, tu sonrisa, tus manos entre las mías, música (rock) de fondo, charlas sobre nuestros momentos separados, y la profundidad de tus ojos enamorados que encuentran mi mirada.


Humedad
Comienzo a pensar que la vida se origina en la humedad...
y prueba de eso son los hongos verdes, que nacen en los costados de los arboles o en las paredes de mi casa.

Textos ganadores del V Concurs Literario

NARRATIVA
Primer Premio: Stephanie Ruth Tiemersma
ÁNGELA

Tic, tac, tic, tac. Marca el reloj. Tic, tac, tic, tac. ¿Cuándo me va a tocar a mí, reloj? Tic, tac, tic, tac. Prométeme que ahora. Tic, tac. No respondes. Tic, tac. ¿Y quién eres tú? Tic, tac. ¿Acaso existes cuando la vida se acaba? Tic, tac. ¿O cuando la gente muere pierdes el poder sobre ella? Tic, tac. ¿Existirá el tiempo sobrevenida la muerte? Tic, tac. No creo. Tic, tac. Cuanta envidia…
Soy Ángela Galena Lenaga. Son las 6 y 30 de la mañana, y quiero suicidarme. Son las 6 y 31, no sé por qué no lo hice antes. Pero después de ver tantas muertes a lo largo de mi vida, creo que envidio un poco a la gente “perecedera”, si se les puede llamar así a los pobres muertos. Son las 6 y 35. Empezando por mi madre; ella murió al tenerme y mi padre se suicidó al poco tiempo. Ni siquiera le importé. De ahí que fui a un reformatorio donde la Srta. Gómez me enseñó a leer y escribir. No sé a qué se debió pero nunca tuve amigos en el reformatorio, tampoco se reían de mí, pero no se acercaban. Son las 6 y 37. Quizás había algo malo en mí. Pero ésta señorita se acercó y me lo enseñó todo. Cuando cumplí dieciocho me fui de allí, al poco tiempo uno de los alumnos un año menor la acuchilló. Son las 6 y 38. Empecé a trabajar en un negocio de comida rápida, estuve cinco años allí, pero un día hubo una fuga de gas, muy poco perceptible, a uno de mis compañeros se le incendio la olla en la que cocinaba y ¿adivinen qué? Todos murieron quemados, el edificio se incendió. Única sobreviviente: yo.  Son las 6 y 40. Así que decidí matarme ¿Dónde están las malditas llaves? ¡Oh aquí! Bien. Siguen siendo las  6 y 40 ¡Qué frío hace en la calle! Siete y media pasa el subte. Indoloro y rápido subte. Son diez cuadras las que tengo que caminar. Y todo está muy oscuro ¡Maldito invierno!
-          Preciosa andá para el callejón ese y la pasamos bien ¿Entendiste?- Me sorprendió un maleante. Habló rápido mientras sacaba disimuladamente una pistola, la cual enseguida y, a pesar de mi abrigo, sentí apoyada con violencia en el vientre. No sería raro que éste hombre tan bruto pudiera dispararme y de paso ahorrarme el trabajo, aunque cuando salí de mi casa esa no era la idea que tenía de cómo iba a morir.
-          -Tengo HIV- Le contesté tranquila.
-          -¿Qué?- exclamó algo contrariado el hombre, pero aún violento.
-          Tengo HIV- repetí
-          Entonces me la vas a chupar- dijo sonriendo y bajando el arma hasta mi entrepierna.
-          Bueno, bueno- exclamé- pero si te mueres porque resulta que también es contagioso por la saliva, no me culpes- dije resignada. Ya me estaba por suicidar y quería hacerlo a las 7 y 30, así que daba lo mismo hacérselo o no a ese imbécil. Pero yo iba a elegir como morir y no iba a ser con una pistola y un simple tiro. Yo quería una destrucción, algo genial. Es una idea un poco surrealista, lo sé. Pero es la forma en la que quiero morir.
Ni bien cruzamos la delgada línea que separaba la oscuridad de la calle de la del callejón, el hombre me estampó con violencia contra la pared e hizo un patético esfuerzo por desabrocharme el pantalón de un tirón, pero su inutilidad era muy evidente o mi jean de muy buena marca. Terminé desabrochándomelo yo, bajando el pantalón y la ropa interior. Estaba por acercar una pierna  a él pero éste se alejó un poco. Bien, me subí todo y acerqué mis manos  a su pantalón, capaz se tomó muy en serio lo del HIV que, por cierto, no era una mentira. Le desabroché el primer botón dispuesta a hacer lo que habíamos acordado luego de la noticia de mi enfermedad.
-          ¡Sos un monstruo!- dijo después de dar un salto hacia atrás-¡¿Qué puta te pasa?!- me gritó, pero antes de contestarle el maleante ya estaba corriendo fuera del callejón ¡Como si hubiera sido yo quien quería violarlo! Cada vez la gente es más inútil, un día van a querer robarme y cuando les de la billetera, se van a largar a llorar como unas señoritas. Son las siete en punto. ¿En qué estaba? Ah sí, en cómo sé que tengo HIV, en realidad no lo sé pero la gente con la que mantuve relaciones sexuales terminaba en el hospital y luego en el obituario del diario que leo todas las tardes o, por lo menos, la gente que me decía cual era su nombre real siempre terminaba allí. No me imagino que eso suceda por alguna otra razón que no sea que tengo alguna enfermedad sexual lo cual no me extrañaría puesto que las primeras relaciones sexuales las tuve con esos aprendices de delincuentes que eran los del reformatorio, los que sí se me acercaban, claro. Quizás de ahí lo tengo. Nunca fui a un hospital ¡Juro que lo intenté! Pero me da terror. Pánico. Estoy por pasar y siento que se me cierra la garganta. No puedo ir allí. Quizás inconscientemente tengo miedo de terminar muriéndome allí de una forma detestablemente tranquila. Son las 7 y 5 ¡Bien! Aún queda tiempo para morir.
¡Mierda! Alguien me chocó ¡Mierda! De nuevo. ¿Qué pasa que de repente hay tanta gente caminando por las calles? Así nunca voy a llegar a destino. Miren toda esa gente, saliendo al exterior y subiendo los últimos escalones  de la estación de subte. Parecen un montón de ratas saliendo por un mugroso agujero ¡Mierda! ¿Cuál es su problema que me chocan tanto? ¿Por qué no se relajan? Nunca me sucede esto ¡Voy a empujar a cualquiera que me evite el paso por las escaleras hacia el subte de ahora en más! 7 y 15. Bien. No hay nadie raro que pretenda quitarme la idea de morir. Seré la única que muera de ésta manera.

-Señorita, tengo una enfermedad terminal, ayúdeme con unas monedas- me sobresaltó un vagabundo, viejo y arrugado. Su nudosa y delgada mano se extendía hacia mí, temblorosa. Me miró fijo a los ojos, sin miedo, suplicante. Por un instante sentí que lo que me pedía no era dinero, sino paz. La sensación me agarró por sorpresa y ni siquiera dudé en si aquel anciano estaba diciéndome la verdad. Saqué de mala gana algo de dinero, pues paz no podría darle. Agarré el primer billete que encontré y se lo di. Era un billete de cien ¡Qué más da! Estoy por morir ¿o no? ¿De qué me serviría el único billete que tenía desde hace dos semanas? Si lo que me decía era cierto, de algo serviría y si no, bueno, era un excelente actor. Y, como todo buen actor, su destino era ganar dinero. Por un instante vi una mariposa negra. Las detesto desde que nací, siempre aparece una cuando alguien va a morir, me la tatué en la cintura ¿Qué? ¿Morboso? Tal vez, pero es algo que marcó mi vida ¿de eso, acaso, no se tratan los tatuajes? ¿De marcas, cicatrices o símbolos? En fin quizás esa mariposa que apareció ahora sea por el anciano ese, o… quizás por mí… ¡7 y 30! Miré en el reloj y escuche el quejido de las vías del subte. Era el gran momento. Empecé a caminar ansiosa hasta las vías, un paso y otro, y otro y otro. Aún estaba lejos y empecé a correr hacia las vías. De repente un empujón y ¡¡Crash!! Toda la sangre manchando el vehículo, gritos. Ruido. Sentí el crack de los huesos y el olor a muerte. Otra mariposa negra se encontraba con la anterior y juntas daban vueltas.
-Que puto de mierda…-exclamé entre dientes. Apuesto a que se tiró porque no me pudo violar. El mismo delincuente sexópata que me” atacó” acababa de estallar en mil pedacitos frente a mis ojos.
-Así que acaban de frustrar tus planes de suicidio ¿eh, Ángela?- resonó una voz burlona detrás de mi espalda. No pude evitar sentir escalofríos al escuchar mi nombre.
-Y tú ¿cómo sabes eso?- me di vuelta de repente.
-Pues porque soy el ayudante de la muerte- exclamó tranquilo.
-¿Ah sí? No me digas. Que original- exclamé con sorna, lo que me faltaba. Saqué del bolsillo de mi campera una petaca de whisky y me la llevé a los labios-¿Quieres?- ofrecí.
-No, gracias. No bebo- dijo.
-¡Salud por eso!- hice un ademan de brindis y acabé lo poco que quedaba del whisky. Siempre lo llevaba. Uno nunca sabe cuándo va a necesitar un trago. - Así que el ayudante de la muerte ¿eh? Pensé que ibas a decirme un nombre o algo- empecé a emprender el camino de vuelta, el hombre misterioso me siguió- Y dime si tu eres el ayudante de la muerte…- lo miré con sospecha -¿quién es la muerte?-
- La muerte- meditó -es individual y colectiva, lo es todo pero no tiene nada. Es todo lo que puedo decirte de ella- calló.
-¿No hay nombre ni apellido?-
-Nada de eso-
-¿Y qué hay de ti?-
-Tampoco-
-Bien entonces te llamarás Johnny-
-¿Johnny?- exclamó levantando una ceja.
-Johnny Walker, como el whisky. Ahora dime, Johnny. De toda la gente que probablemente quería suicidarse hoy ¿por qué mierda evitaste mi suicidio, eh? Si es que realmente eres el ayudante de la muerte y no averiguaste mi nombre por internet- soné intimidante, mas Johnny parecía tranquilo.
-Si los planes de suicidio se publicaran en internet probablemente tendría sentido tu acusación pero como no es así, tendrás que creerme.- se aclaró la voz- No moriste, en realidad, porque de toda la gente que debía morir hoy tú eras la única que tenía otra fecha de defunción. Si mueres cuando no debes, nos ocasionas muchos problemas de papelerío allá arriba y, tú sabes, a Dios no le gusta la burocracia-
-¿Para eso existen los ayudantes de la muerte?-
-Exacto-
-¿Para alargar sin ningún sentido el sufrimiento de los de aquí abajo?-
-Algo así-
-¡Son una mierda! En fin ¿cuándo me muero?-
-No podría decirte, no cuento con esa información-
-Ya veo. Y dime Johnny ¿tú te ves con la muerte?
-¿Cómo?-
-Ya sabes charlas, golf, putas-
-Ah, me veo, sí. Aunque no guardamos una relación de mucha amistad-
-Bien, entonces ¿podrías hacerle una pregunta cuando la veas y luego me la respondes? Visto que atrasaste un trámite bastante importante en mi vida me debes una-
-Hare lo posible-
-Lo posible no es suficiente. Es sí o no. Y si no me respondes si, intentaré suicidarme todos los días de mi vida, tantas veces seguidas que no te dejaré respirar, hablar ni pensar- Me  acerqué tanto a él que debería haber sentido su aliento, mas creo que no respiraba.
-Bien ¿cuál es tu pregunta?-
-¿Por qué toda la gente que se acerca a mí termina muerta, es por mí? ¿Hay algo muy malo dentro mío que haga que esas cosas horribles sucedan?- y al decirlo soné asquerosamente desesperada, desdichada, vacilante.
-A veces –apoyó una mano en mi hombro con tristeza- la muerte no regula cuantas veces una persona puede ver morir a otras antes de volverse loca, cuando sin darse cuenta hace que una persona, en este caso tu, presencie muchas muertes seguidas a lo largo de su vida, le manda a uno de sus ayudantes para que le de esperanza cada vez que esté a punto de hacer alguna locura y por eso estoy yo aquí ahora, para decirte que tú no eres la responsable de nada. Las cosas simplemente suceden, sigue tu vida como si nada. Y cuando intentes matarte recuerda que yo estaré allí para evitarlo-
-¿Y si no quiero que lo evites?- saqué algo molesta un pucho del paquete que tenía en el bolsillo.
-De todas formas lo haré- sonrió, yo lo miré con fastidio y acerqué el encendedor al cigarrillo, luego volví la vista para ver a Johnny pero al igual que el humo que escapó de mi boca en ese momento, así, se había desvanecido Johnny… tres mariposas negras cubrieron mi vista como saludándome y luego la nada.

Estaba tomando una cerveza que había comprado con monedas en un quiosco cercano al maltrecho departamento donde vivía. Con la bebida en mano, me senté en el banco de una plaza y comencé a leer el obituario ¡bingo! Las tres personas que me habían chocado en la entrada del subte habían muerto; una de un ataque al corazón, otra cruzando la calle y siendo atropellada y la otra chocó en el auto y fue el  único muerto, esas eran las tres mariposas que había visto ayer luego de que se fuera Johnny. Di vuelta el diario y me puse a leer los titulares, siempre leo el diario al revés. “Anciano encontrado con cien pesos en mano, muerto de leucemia” ese título me espantó, enderecé la columna y de repente, no sabría explicar la razón, estaba meditando sobre lo sucedido ayer con Johnny, sabía que no era una alucinación de las drogas porque estaba en abstinencia de modo de estar tan desesperada como para no dar marcha atrás en mi suicidio. Sólo algo de aquella charla con Johnny me había quedado grabado a fuego:” La muerte es individual y colectiva, lo es todo pero no tiene nada.”
“Es individual y colectiva” le toca a uno, pero le va a tocar a todos “Lo es todo” porque es lo más importante para la gente, las personas hacen todo antes de morir porque saben que la muerte lo abarca todo y a todos “pero no tiene nada” porque al que se acerca…
-muere…- susurré. Me levanté estrepitosamente del banco, naturalmente nadie me miró.
Corrí las largas cuadras que me separaban de la intimidad de mi departamento, paso tras paso. Agitada la respiración. Cuando al fin llegué y abrí la puerta en un solo jadeo, vi el reloj de la entrada que me esperaba expectante y fúnebre como siempre. En dos zancadas llegué a la cocina y tomé un cuchillo, violentamente  pasé el  filo de éste por las venas de mi blanca y lánguida muñeca. La sangre chorreaba, esperé y volví a hacer lo mismo.
-¡Si no apareces muero desangrada Johnny! Y no querrás que yo muera porque-tome aire antes de gritar a todo pulmón la última frase- ¡Yo soy la muerte! Ella está en mí ¡Maldita sea!-
Se escucharon unos calmos aplausos detrás de mí, me di la vuelta bruscamente y allí estaba, imperturbable, la figura del ayudante de la muerte o más bien mi ayudante.
-Sabía que el hecho de que cada ser humano que se me cruzara muriera  no era porque a la muerte se le dio por dar un desliz ¡A la muerte no se le escapa nada!-ladré.
-Tranquilízate- me dijo mi ayudante.
-¡¿Que me tranquilice?! Dime ¡¿por qué diablos me elegiste a mí?!- continúe gritándole.
-La idea era que no te des cuenta y que no murieras tampoco, de lo contrario tendríamos que elegir a otro que te reemplazara-
-Por eso siempre sobrevivía ¿no es así? A todos los malditos accidentes y cuando ya no pudiste controlar mis ansias de morir tuviste que aparecer-
-Muy inteligente, por eso deben haberte elegido-
-¿No fuiste tú?-
-No, fue otro ser humano con tu misma suerte. Cuando ya es inevitable que muera y tiene muchos años se le revela la verdad y se le da a elegir un sucesor-
-¿Y quién fue el muy hijo de puta que me eligió a mí?-
-No lo sé, tú cubres esta área, otros cubren otra, es un lio darse cuenta quién designó a quien-
-¿Y yo qué? ¿Nadie hasta ahora se dio cuenta de toda la verdad excepto yo?-
-Sí, mucha gente que pasó por lo mismo que tú, pero verás; entre seguir matando a seres humanos como ellos con el sufrimiento que ello implica y designarle el mismo sufrimiento a otro ser humano se quedan por ética, hasta el peor de los rufianes, con la primera opción. Sin embargo, no sé qué decidirás tú; seguir con esto y sentirte terrible o sentirte aún peor por designar esta nefasta tarea a otro ser humano a punto de nacer-
-¿Porque no lo hacen ustedes?-
-Nos aburre, hay que dejarle a los burros el trabajo sucio-
-Claro, entonces ¿cuáles son mis opciones?-
-Eliges a otro ser humano o te quedas con el trabajo. Suicidarte, como ya lo comprobaste, no es opción-
-Y ¿a qué te refieres con “ser humano”?- pregunté inquisidora.
-Un ente con cuerpo y alma-exclamó impertérrito.
-Y dices que me eligieron a mí ¿no es así?-
-Exacto-
-Entonces dime ¿por qué? Yo no tengo alma, soy la muerte, y tampoco tenía cuerpo cuando me designaron esta tarea pues fue antes de nacer-
-Pero ahora eres un ser humano-
-No, no lo soy, si lo fuera los otros seres humanos me verían. Los únicos que pueden verme son los que están por morir y ¿sabes por qué? Pues porque soy la muerte, soy un espectro que los seres humanos no ven ¡Tu solo quieres confundirme!-
- Digas lo que digas sabes que eso no tiene sentido. Intentas salvarte ¿por qué no elijes a quién dejarle tu carga y ya?- exclamó él sin ningún problema.
-Te daré un ejemplo- dije - tú eres el ayudante de la muerte y yo su ejecutora, ninguno de los dos somos seres humanos y sin embargo hacemos el trabajo ¿por qué? ¡Pues porque mientes! ¡Quieres que decida seguir con mi tarea para supuestamente no sacrificar a otro ser humano, pero cuando muera, pues moriré ya que tengo que creerme el hecho de que soy un ser vivo, elegirán a alguien más a punto de nacer a quien, igual que a mí, le harán creer que es un ser humano y que es pura casualidad el hecho de que toda la gente con la que se encontró  haya muerto! ¡Me hicieron creer que era un ser humano para que cuando me ofrecieran opciones yo las negara, fuera noble! Pero ahora que sé que soy un espectro y que puedo realizar éste trabajo, por lógica, cualquier espectro podría hacerlo ¿no es cierto?-respiré profundo antes de pronunciar lo ultimo-¡Y si, amigo, te elijo a ti para que seas la muerte y te quedes con mi carga! ¡Basta de mariposas, basta de dolor ya elegí y ahora me largo!-
Mi ayudante estaba atónito, se había condenado él solo a la terrible y cansadora tarea de matar seres humanos. No podía evitar una siniestra sonrisa hacia Johnny, el hijo de puta, cuando un millón de mariposas blancas me rodearon entera, ya no eran negras y tenebrosas sino blancas, puras e inocentes.
-¿Qué sucede?-exclamé asustada.
-Lo que no te dije es que una vez que hayas decidido a quien dejar tu legado, descansas en paz- sonrió ya sin rencor Johnny.
-Ojalá un día lo logres tú, espero que sigas usando el apodo con el que te bauticé-exclamé intentando forzosamente hacer las paces.
-Dalo por hecho, Angie, dalo por hecho- me di vuelta para encarar hacia la puerta y la oscura forma de Johnny me vio desvanecer antes de llegar a ella.
A veces vuelvo del cielo en forma de mariposa blanca, ya no para anunciar una muerte, sino para prevenirla, siempre una cuadra antes de donde incluso tú podrías encontrarte algún día con un tal Johnny Walker, la muerte…

Segundo Premio: Sebastián Alejandro Palomo
Narrativa
Hijo i drácula
   Todavía domingo por la noche, hora del lavado de pata. El agua espera calentándose en el tanque. En la radio el comentarista analiza el final de la fecha futbolera. Algodón inventa una mentira a su persona para postergar el enjuague unos minutos  hasta mañana por la noche. Sacude el mazacote de sábanas y se acuesta jeta arriba bajo la cama.
   Por enésima vez el relator descose y esparce los resultados. En medio de las cosas, para matar el tiempo, mira cebado un problema de ajedrez, una abrumadora artimaña no vaya uno a saber de quien.
   En voz baja sube a la cama y pone la hora de la bulla (11:45 del “San Día”). En aquello su ojo delator divisa un par de alas alborotadas sobre la frente tajada de su retrato. Se saca la media y la chancleta respectivamente de su derecha y se pone la pata de tronco en la izquierda. Observa desde lo bajo la parte trasera del frontispicio del insecto. En voz medio muerta se dice:
-Un solo chancletazo suculento bastara para destriparlo y comenzar con la muerte del muy feliz-
Mejor aun toma una zapatilla más pesada para surtirlo con menor imprecisión, pero hay problemas, ésta no  es lisa en la planta, es abotinada y puede hacerlo sufrir en demasía.
- No importa se asemeja al aedes aegypti y es él o yo se dice Algodón, mientras pasa su mirada fofa por la orilla de su nariz que le pica. Simultáneamente una lastima  y un estornudo ancho lo invade. Ya no lo quiere matar.
- ¿ y si lo dejo escapar y es un malandrín? se pregunta poco antes de rascarse el pupo.
Esperen!. Un escopetazo a lo narrado. Un mosquito aquí ………..   interrumpe lo escrito. Se queda inmóvil, parece un piquete. Y ahora, ¿como sigo? borrones y restos del lápiz provocan  voluntaria e involuntariamente un soplido de escorias, de historias y mosquito.
   Prosigo.
   Con embargo, le da una oportunidad, se va al baño, apaga el aparato y vuelve falazmente. El otario insecto sigue inmóvil en la pared. Cansado toma su pata filibustero con su mano y en el momento del golpe inicial se le cruza una mejor solución. Dejar la desgracia del bicho en la suerte de otro bicho. Agarra del cogote a Ramona y la pone frente al zancudo, pero su inmovilidad engaña al felino. Una patada febril la saca de escena.
   En negro y con ideas, va en busca de Roberto. En el segundo intento atrapa al animal y también un golpe de madera, carne y puteada. Aserrín, sangre y transpiración se abrochan. Un machetazo al tobillo y una apretada que hace gritar al felino, el cual se pone menos estúpido de lo anormal. Se decide y tira con asco a Roberto frente al zancudo, el cual vuela zigzagueando mucho menos abajo, fuera del alcance de sus posibles asesinos.
El relator canta el himno y se despide:
- Pararan paran paran paran pararan…
El sujeto sube a su cama y se tapa el cogote con un par de bufandas, mientras el zancudo baja hacia arriba de la cama con buenas intenciones para su probóscide. En eso ocho garras lo atrapan a bajo vuelo. Sucumbe el zancudo, destrozos de alas, patas y demás comueses. Partes moviéndose en las sabanas del felino (las sábanas).
   -Para ese caso lo mataba yo y sufría menos- se la menta Algodón.
El gato sigue mordiendo, mordiendo. El descuajeringado muriendo y mordiendo. Y el sujeto queda suelto.
Que importa cual, el gato se retira una vez que deglute. Algodón trata de seguir con sus cosas (el problema de ajedrez y el baño). El dedo anular le retumba y lo llama callado. Se sienta pensando en voz alta:
- ¿habrá sido el hijo y drácula?.
“El 7D”
   Todavía no se si se sabe con exactitud, cuantas veces Algodón viajó en el tremebundo “7D”. Pero eso si, se necesita mucha oficiosidad para su tomada (como leen el pero esta de más).
   Se lo encuentra muy ineficazmente, ya que sus recorridos varían de gusto, acuerdo y comodidad de los viajantes y/o transeúntes perezosos que arrebatan las paradas a picazos, machetazos y demás nobles herramientas  necesarias para su extracción.
   Con el tiempo muchas paradas se fueron perdiendo debido a derrumbes y atropellos de chóferes, baños públicos y fogatas de vagabundos, travesaños para la cancha de fútbol, etcétera.
   Una vez o varias veces el chango Algodón del Barrio……. , amaba enajenablemente a una señorita del Barrio….… que tomaba el “3B” y tuvo la idea para viajar con ella, robar
Todas las paradas mas cercanas a su casa y emigrarlas hasta su esquina. Lo que sucedió fue estrambótico, no solo se mudaron las paradas de los colectivos, sino también las viejas paradas en las esquinas y demás viajantes del “3B”, lo que provocó numerosos encontronazos, puñetazos, engaños amorosos, vendedores de curitas y profilácticos, etcétera.
   Esto explica el excesivo número de moteles alrededor del recorrido “7D” o “3B” (vaya uno a saber cual de los dos) y la próxima construcción de una salita.
  
Primera Mención: Leandro Arce de Piero

Tempus locus est
Florencia no podría haber evitado (a menos que hubiese sabido) el desenlace fatal de la historia. Cristian tenía menos poder aún, pero de él dependió, al fin y al cabo, que Florencia no supiera nada. Esto lo entiendo ahora, después de haber leído y releído mil veces cada carta escrita, los poemas, las conversaciones guardadas en historiales mal borrados, las fotografías subidas a Facebook, resúmenes de tarjetas de crédito y un arma encontrada en el lugar donde fueron vistos por última vez Felipe y su colección de discos. La obsesión fue la mejor aliada y la mejor enemiga, siempre acechante y anhelante de lágrimas y sangre.
¡Cristian! Cristian, ¿me podés prestar atención un segundo? Me gustaría saber en qué estás pensando. Trato de deducir todo de tus miradas, ahora tus ojos miran a través de las ventanas abiertas como si hubiera algo que no sea el espantoso desierto cementado. Quisiera que me digas qué es eso tan importante afuera que no te deja prestarme atención, ¿no te das cuenta de que te estoy mirando?, ¿tan invisible soy que no sentís mi mirada que te devora para tenerte dentro de mi corazón para siempre? Nunca más voy a recuperar la esperanza que perdí el día que te conocí, que supe que existías en el Mundo. Te amo, Cristian. Te amo desde el primer día que comprendí, cuando entendí que tu mirada de dandi superado y de macho despreocupado escondía un ser vulnerable esperando que alguien lo acoja en sus brazos, ¿por qué no me dejás abrazarte, Cristian? ¿Acaso mis brazos no son suficientes para vos?
- Sos insoportable vos. Como siempre tarde, ya me estaba yendo.
- Amor, no seas así, ¡sabés bien que no es mi culpa!
-¡Claro! ¡Nunca es tu culpa! La verdad que yo soy el boludo que te espera una hora en el restaurant ¡Siempre! ¿No podías hacer hoy al menos una excepción?
-¡La verdad que sos un boludo! ¿Pensás acaso que lo hago a propósito?
-Flor, ¿cómo te hago entender que hoy, sólo hoy en nuestro día? Una vez al mes tenés que ser puntual, te tenés que poner las pilas y llegar a la hora que quedamos, una vez Florencia, ¡En el aniversario!
-Me tenés harta con la pelotudez de la puntualidad, una mínima cosa te tenés que bancar, yo te aguanto mil, ¿querés que saque la lista y comience a cantar?
Cuentan los familiares que la relación no había comenzado tan bien como otras, definitivamente no se trataba de uno de esos tan extraños casos de amor a primera vista. Seguro que Cupido andaba ocupado en otros quehaceres en aquel entonces, quizás eso explique la confusión inicial seguida por la confusión central terminada por la incertidumbre del final. En los tiempos modernos, donde la gente no se conoce precisamente en la vida, definitivamente no se puede confiar en los dioses de la antigüedad, ahora uno se guía por otras cosas, por el color de ojos, tal vez…
Sol invernal dice (10:40 p.m.): me encanta el color de tus ojos, es buenísima la foto en la q estás en Villa María mirando no sé qué
Fausto dice (10:45 p.m.): che como supiste que es villa maría ¿?
Sol invernal dice (10:47 p.m.): tengo una  casa allá, por eso. Era de mis viejos y ahora vamos de vacaciones todos los veranos…
Fausto dice (10:50 p.m.): Regio yo fui una vez con mi ex y nunca más volví por ahí podemos ir juntos alguna vez
Fausto dice (11:02 p.m.): estas?
Sol invernal dice (11:07 p.m.): perdón, me colgué pensando
Fausto dice (11:10 p.m.): y que decis nos hacemos una escavada para charlar y conocernos mejor?
Fausto (11:17 p. m.): perdón te incomodé no creas q soy de esos q andan siempre de levante ni nada me pareciste buena onda nada mas y creo que nos llevaríamos bien
Fausto (11:25 p.m.): estas sol invernal?
Sol invernal dice (11:32 p.m.): decíme Florencia o Flor. Sí, podríamos huir de Salta… me vendrían bien unas vacaciones…
Nunca sabremos por qué Florencia se demoró tanto en contestar. Podría ser que estaba hablando con muchas otras personas a la vez, o que se levantó varias veces a mirar por la ventana o por un resquicio de la puerta, quizás se levantó para ir al baño o para buscar algo en la cocina, tal vez alguien la llamó interrumpiendo otras conversaciones. Podemos especular muchas cosas, pero en la ciencia es mejor no especular y partir de pruebas concretase irrefutables. Esa es la única garantía de verdad. Podemos decir con certeza que esa fue la primera vez que hablaron, nunca podremos hacer más que inferencias arbitrarias de la demora ¿o duda? De Flor. De eso no cabe ninguna duda, del tiempo objetivo y contado por un cronómetro, el sentido es desconocido. No sabemos en dónde se conocieron en cuerpo. Allí comenzó el camino que los iría uniendo y separando según los antojos del destino. Allí es donde o cuando comenzó todo. Virgilio había dicho en algún lugar “tempus locus est”. Florencia lo repitió varias veces mientras hablaba de literatura latina y traducciones. Mientras escribo me pregunto cuál es el sentido de la frase y por qué habrá sido tan importante para ella, lo único que nos queda es la máxima.
Camino entre las calles oscuras y descubro la cara oculta de tus ojos sin pasión. Belleza muerta pintada en una buhardilla cualquiera después del coito silencioso por paredes de papel. Despierto sin saber tu nombre, con la mirada salada y el estómago revuelto. Más allá, en el horizonte, cantas otras ilusiones fáciles y otros caminantes gritan antes de morir. Sos belleza muerta de otros sueños circulares, nunca más del mío. No me importa, Cristian, nada. Lo único que quiero es a vos, te deseo. Ya no tengo sexo si no es pensando en vos, mis manos son mi única fuente de placer, vos estás en mis pensamientos en esos momentos. Veo las fotos, cada una, una a una e imagino que estás conmigo, que me susurrás palabras libidinosas, que me pedís más, más, más. Ay, Cristian, son los mejores orgasmos de mi vida, deseo que tus manos sean las que recorran mi cuerpo, cada una de mis curvas, cada una de mis protuberancias. Desde que penetrés con tu hombría mi cuerpo para ya no ser nunca más quien fui. Quiero pertenecerte, ser sólo de vos y de nadie más. No importa quien está conmigo ahora, no importa quien estuvo, quiero estar con vos en todo el futuro que puede ser largo y lleno de emociones y placeres. Repleto de orgasmos inacabables, uno tras otro, sin pausa.  Sentir mi cuerpo lleno de vos es ahora mi mayor fuente de desesperación. Te sigo a toda hora, hago como que hablamos, Cristian, yo soy quien más te conoce en el mundo y vos no te das cuenta de que te estoy mirando, día y noche, cada minuto, cada hora. Yo y nadie más sabe que te levantás y vas derecho al escritorio a escribir tus sueños, sólo yo sé que guardás en ele tercer cajón tu diario, yo soy quien custodia tus secretos más íntimos. Yo, Cristian, sólo yo. ¡Te amo!
-¿Qué te pasa?
-Nada
-¿Cómo que nada? Te estoy mirando la cara de orto
-Andá a la mierda, cagaste todo cuando comenzaste quejándote de la hora
-Ya fue eso, amor. ¿Pedimos?
-Mirá, esto no está bien. Me arrepiento de haber venido, mejor me vuelvo a mi casa, si querés te venís conmigo, sino me da igual.
-Flor, ¿en serio me hablás? ¡Sos muy boluda, sabés! Decime qué te pasa
La relación no había comenzado con el pie derecho, dicen los familiares y amigos. Cuenta que Florencia y Felipe habían aparecido juntos  un día y nadie se había logrado explicar de dónde había salido el otro. Florencia dijo que lo había conocido en un boliche, pero nadie le creyó, ella no era del tipo de chicas que sale un viernes a la noche y vuelve con un amigo conocido en una barra, era más bien de esas mujeres intelectuales que se pasa el día en la biblioteca leyendo a Ovidio o Kafka. Felipe cambió la historia y dijo que se habían conocido en un congreso, nadie le creyó porque él no era el tipo de hombre que iba a congresos, más bien era de esos autodidactas que no quieren aprender nada si no es de ellos mismos, que deducen los grandes misterios de la vida armando y desarmando su alma sin lograr deducirla nunca.
Fausto dice (00:45 a.m.): flor no me gusta que me dejen hablando solo
Sol invernal dice (00:53 a.m.): entonces no hablés
Fausto dice (00:53 a.m.): estas mala onda hoy que te paso
Sol invernal dice (00:45 a.m.): me pasaste vos, eso. No sé si quiero esto que estamos teniendo ahora
Fausto dice (1:00 a.m.): pero te gusta o no
Sol invernal dice (00:45 a.m.): Si, me gusta, obvio. Pero no está bien…
Fausto dice (1:00 a.m.): si te gusta esta bien es asi de simple flor
Sol invernal dice (1:02): tengo miedo
Y lo más irónico es que a quien tengo que agradecer esto es a Florencia. Sin ella jamás te hubiera conocido, Cristian. Sin ella jamás hubiera descubierto esto  que tenía dormido dentro mío. La primera vez que abrí y vi lo que hacían a mis espaldas enloquecí, lo admito. Pensé en matarla, en matarte, en matarnos. Después me di cuenta que la muerte no es un castigo justo, que con ella se acaba todo, sin demasiado sufrimiento, sin culpa. No, la muerte no era suficiente para castigarnos, tenía que hacer algo más. Decidí convertirme en el esposo perfecto, el amante comprensivo, el escuchador. Todo para que ella no sospechara lo más mínimo, ni ella ni vos. Desempeñé mi papel magníficamente, me sorprendo lo buen actor que conseguí ser. Cualquiera podría haber jurado que no sabía nada, que estaba ciego.
Pero yo siempre supe, Cristian. Siempre supe que Florencia no me amaba a mi, nunca lo había hecho, lo nuestro era miedo a la soledad, nada más. Pero Flor nunca se conformó, siempre siguió buscando y te terminó encontrando. Largas charlas tuvieron y largos orgasmos. Conozco tu perfume porque lo sentí en mi propia almohada. Conozco el sabor de tu semen porque también besé a Florencia. Conozco la presión de tus manos porque vi las marcas. Te conozco, Cristian, tanto como Flor podría haberte conocido. Te conozco más porque fui yo el que te siguió cada día, el que tomó cada foto, el que leyó todo lo que ustedes se escribieron, no Flor. ¿No te das cuenta de que soy yo el que verdaderamente te ama? ¡Cristian! Cristian, ¿me podés prestar atención un segundo? Me gustaría saber en qué estás pensando. ¿Por qué tenés la mirada perdida si estoy yo aquí siempre, cada día, a cada hora, observándote, hablándote en secreto, esperándote?
Ninguna relación viene con manual, dice Cecilia. Tiene razón. Pero deberían. Y si es difícil mantener una relación con uno, doblemente con dos y triple con tres y así sucesivamente, Claro que en el mundo hay para todos los gustos y así como están los que prefieren no tener que hacer equilibrio ni siquiera con una relación, otros son equilibristas innatos y tienen amantes a espaldas de los amantes. Claro que más divertidos son los segundos. Florencia lo entendió así y decidió agregarle sabor a su vida, pero para eso tuvo que dejar atrás cualquier atisbo de culpa. Otro superyó fue asesinado y enterrado en lo profundo de la psiquis, cosa frecuente en nuestro siglo.
Florencia no podría haber evitado (a menos que hubiese sabido) el desenlace fatal de la historia, Por alguna razón no creía que fuera posible ser descubierta. Quizás quería ser descubierta. Tal vez todo lo que había hecho tenía como única finalidad la de ser descubierta. Las manchas de sangre en el parqué del cuarto indican dónde comenzó la batalla. Tres puntitos del lado derecho de la cama. Nada más. Cristián tenía menos poder aún (¿el poder se posee o se ejerce?), pero de él dependió, al fin y al cabo todo.
Esto lo entiendo ahora, después de haber leído y releído mil veces cada carta escrita, los poemas, las conversaciones guardadas en historiales mal borrados, las fotografías subidas a Facebook, resúmenes de tarjetas de crédito y un arma encontrada en el lugar donde fueron vistos por última vez Felipe y su colección de discos. No entiendo aún por qué Florencia dejó todas esas fotos de Cristian semidesnudo en la PC de Felipe. Es otra prueba más de sus pulsiones secretas. Son extrañas las cartas vehementes de deseo dejadas en el libro de Ovidio. La obsesión fue la mejor aliada y la mejor enemiga, siempre acechante y anhelante de lágrimas y sangre. Nunca sabremos  qué hizo Felipe con los cuerpos, porque tienen que estar en algún lado. Tampoco sabremos por qué Felipe antes de pegarse un tiro se masturbó con una foto de Cristian semidesnudo en su mano ¿algún tipo de perversa venganza? Ni los muertos saben.

Segunda Mención: María Josefina Martín

Cuentos de una imaginación sin fin
El asesinato
            Lo recuerdo como si hubiese sido ayer. Aquel día en aquella cabaña donde solía jugar todos los domingos buscando mi pelota, encontré un mapa y decidí lanzarme a la aventura. Como todo niño tonto, con la ilusión de  encontrar un tesoro, me encamine en su busca. Al pasar media hora me di cuenta de que me había perdido. Pero esa angustia de haberme perdido,  paso cuando encontré lo que buscaba. ¡Que susto queme di al abrir el cofre! Fotos… muchas fotos de asesinatos. Me asuste… En ese preciso instante un hombre pasaba por allí. Se acercó, le conté lo ocurrido, y le pedí  ayuda.
Desde entonces no recuerdo mas nada. Estoy tranquilo recostado en mi cama. Pero… lo que no termino de entender es, porque mis padres lloran y porque mi cabeza esta en mi mano y no al terminar mi cuello, donde solía estar.
  FIN…
Mercurio y el escultor
(Leyenda)
            Mercurio, el dios de las artes, tenía curiosidad por saber hasta que punto lo admiraban los hombres. Tomó entonces la forma de un mortal y se presento en el taller de un escultor. 
- ¿Cuánto me costaría esta? – Preguntó señalando una estatua de Zeus.
- Una dragma – Dijo el hombre.
- ¿Y ésta? – Y señalo una de Juno.
- Ah… esa vale más.
Luego descubrió una que lo representaba a el mismo. Pensó enseguida que siendo, al mismo tiempo, mensajero de Zeus y, el dios de las artes, su precio seria aun mayor. Preguntó y el escultor le contestó:
- Ésa la daré de regalo a quien compre las otras.
Mercurio, enfadado miró al escultor y le dijo:
-No sabes en el problema en el que te has metido.
-¿Quién es el que me lo dice? Respondió enfadado el hombre.
Mercurio volvió a su forma. Y, el hombre en un mar de lágrimas pidió mil disculpas. El orgulloso dios le dijo que, si en tres días no llenaba la ciudad con estatuas  que lo representaran, mandaría a matarlo. El escultor, temeroso, no pudo terminar las estatuas y murió de cansancio.
Al enterarse Zeus, dio tal castigo a su hijo que lo convirtió en un planeta, que  tuvo su nombre. Y se caracteriza por ser desierto como el corazón de su dios.
FIN.

Árbol guerrero
Mi nombre es María Bandam y soy una joven Iraquí de catorce años de edad. No tuve una vida muy feliz, pero aprendí  a valorar lo poco que tuve y que me rodeaba. Esta es mi historia.
Estábamos en guerra, la famosa guerra contra Irak. Vivía junto a mis padres y mis dos pequeños hermanos escondidos en una casa subterránea que mis vecinos habían construido años atrás, ellos ya no estaban y mi padre pensaba que ya no volverían a buscar a nadie en ese lugar. Mi vida transcurría con una gran preocupación y tristeza, a veces cuando podía lograr dormir me despertaban los sonidos al uníoslo de las bombas que  cada vez sonaban mas lejanas y mas familiares.
En el húmedo rincón en el que me tocaba dormir en un colchón de paja que mamá amorosamente confeccionó para mi, podían verse raíces que sobresalían de una pared rota.
Comencé a cuidar de esas raíces para que de ellas creciera un árbol y lo hice con mucho amor, me imaginaba día a día saliendo de este horrible lugar regando y cuidando de mi amigo, entonces me prometí que al salir de este bunquer cuidaría de el por siempre.  Pronto convertí en estas raíces en mis aliadas, confidentes y mis únicas amigas. Mientras mi madre limpiaba y cocía y mis hermanos jugaban en silencio yo conversaba con mis amigas. Papa pensaba que estaba loca que de tanto encierro hablaba con las paredes, pero el ni siquiera se imaginaba lo q ese poco de vida significaba para mi.
Pudimos ser unos de los pocos sobrevivientes de la guerra, y hoy estoy aquí para contar mi historia, con miedo de no ser escuchada vine a esta humilde escuela para contarles a ustedes niños y enseñarle valores y fuerza.
En fin, al salir de ese oscuro pozo los rayos del sol me cegaban, me había acostumbrado a vivir en un lugar poco luminoso y mis pupilas se habían adaptado a él, la fresca brisa hacia temblar mi cuerpo. Pero hay una imagen que quedara grabada siempre en mi memoria, es la imagen de mi querido amigo el árbol en cuyas ramas colgaban hojas de colores nítidos y tristes, cada pequeña hoja representaban mis días en el agujero, cada dia de tristeza y lagrimas, días de angustia y desesperación. Pero a lo alto en lo mas alto de la copa del árbol brotaban unas cuantas hojas de un color verde intenso y un gran brillo, estas hojitas representan al amor y a las esperanzas porque mientras hay vida siempre hay esperanza. Es lo que nunca se debe perder y que nada ni nadie  podrán arrebatarles jamás.

Tercera Mención: Nahir Yésica Liques
Recuerdos inmemorables
Con el transcurso de aquellos años llenos de lucha y tras haber formado mi hogar y una hermosa familia, decidí volver a aquel lugar que me vio crecer. Quería volver a ver a mi madre, que a causa de sus caprichos jamás quiso marcharse de su pago para vivir a mi lado. El solo hecho de separarla de sus tierras y terminar con el pequeño ganado que cuidaba la deprimía mucho.
Regresar a esos cerros seria un largo viaje a pie, pues era uno de los lugares más insólitos de la Quebrada Humahuaqueña donde pocas personas llegaban.
 Antes de partir Chaye a la Pacha (madre tierra) con un poco de vino y un puñado de coca en una apacheta, pidiendo que me protegiera durante todo el camino. La travesía duraría días así que me despedí de mi esposa e hijos abrazándolos fuerte, diciendo “pronto volveré”, luego me fui alejando de a poco caminando y diciendo adiós con la mano. Era un poco difícil pensar que no los volvería a ver en los siguientes días, en ese adiós di media vuelta y mire hacia adelante, volver a ver a mi madre me alegraba y era el único objetivo que tenía que cumplir, hace años que ya no la veía.
Caminaba mirando todo a mí alrededor notando que nada había cambiado y claro, quién podría mover las montañas y las piedras, ni los vientos, ni la lluvia lograron modificar a aquellos cerros llenos de colores, la paz era tan inmensa que de momentos quería quedarme a vivir y alejarme del estrés de la cuidad, pero sabía que era una locura, mi vida se basaba en ella.
En esos campos no se veía ni a una sola persona, nada, a lo lejos solamente notaba vicuñas y senderos a punto de desaparecer, ya nadie andaba por ahí, la migración se notaba cuando veía casas de adobes y corrales en ruinas.
A la mitad de mi travesía sucedió lo inesperado, mientras andaba observando los alrededores, no note en el camino esa enorme piedra laja con la que resbalé bruscamente, dislocándome así mi tobillo. Inmediatamente caí entre piedras, golpeándome todo el cuerpo provocándome moretones, pero tras la caída, el único dolor inmenso que sentía era el de mi pie, jamás había sufrido tanto, no podía ni levantarme ni caminar. Me encontraba como a 15 kilómetros del puesto de mi viejita, ¿cómo hacer para llegar?  Lamentablemente sería imposible pues ni arrastrándome lo lograría.
A pesar del lugar en el que me encontraba tenía la pequeña esperanza de que algún pastor o caminante viniera de casualidad a mí  rescate. Durante la espera no me quede callado, grite y silbé durante horas pidiendo ayuda con la ilusión de que alguien me escucharía, pero por más que intentaba no lograba hacerle notar a nadie mi presencia, el silencio era mayor.
Seguían pasando las horas y nadie aparecía, quizás sería mi fin, quizás mi vida terminaría ahí, muriendo de apoco de hambre y sed. El sol me pegaba tan fuerte que comencé a perder el conocimiento, las fuerzas fueron abandonándome, regresar vivo a casa sería imposible, nadie vendría a rescatarme, haberle dicho a mi familia que pronto volvería fue un error, no podría cumplir mi palabra. Como me hubiera gustado que mi madre se enterara que estaba ahí o que mi celular tuviera señal, pero nada de eso pasaría solo me quedaba esperar a que mi familia notara mi tardío regreso y tanto tiempo sin saber de mi viniera en mi búsqueda, mientras tanto debía sobrevivir de algún modo.
Cuando menos lo espere, mientras miraba el cielo, el dolor en mi tobillo empezó a disminuir, ya no notaba el intenso calor del día. De a poco comencé a perderme en los recuerdos de mi vida, se me vinieron a la mente tantos momentos vividos, felices y tristes.
Recordé aquellos días en que vivía con mi padre, tíos y mi hermano en esa casa dada por mi abuelo, al pie de ese hogar solía haber grandes terrenos que papá trabajaba con  entusiasmo para ganar dinero y prosperar.
Mamá no se encontraba a nuestro lado, pues la existencia de discordias entre mis tías y ella la obligaron a marcharse para no empeorar las cosas. Aun así siempre nos enviaba lo poco que ganaba vendiendo sus corderos, además, cada fin de mes volvía a vernos, dejándonos siempre uno o dos borregos a nuestra disposición para sacrificar.
En esa casa, mi hermano y yo jamás fuimos tan felices que digamos, la injustica se encontraba en todos lados, la comida que nos daba mi tía no era suficiente, trabajábamos duro a pesar de ser unos niños y dormíamos en la cocina  sobre unos cueros apolillados, tapándonos con dos frazadas viejas. Me daba cuenta que no nos merecíamos eso, nuestro padre estaba a nuestro lado, pero jamás hacia nada para cuidarnos o protegernos. Soportábamos estar ahí por el simple hecho de que la escuela estaba cerca y estudiar según mamá nos aria grandes hombres y pronto saldríamos del sufrimiento…
En un instante volví en sí, ya era tarde, a lo lejos observaba como sol se perdía en el horizonte alumbrando con sus últimos rallos de luz la cima de las montañas. Y yo seguía ahí tirado en medio de la nada a punto de quebrarme de la tristeza, con el solo hecho de pensar en mi familia y en mi madre, que quien sabe si las volvería a ver.
Antes de que oscureciera comí una pequeña parte de la comida que me quedaba, debía durarme al menos unos días, ya que agua no me quedaba.
 La noche se hizo presente junto a la inmensa luna llena, alumbrando en la oscuridad y todo ese extenso cielo se llenó de estrellas, era una noche perfecta, hace mucho que no veía al cielo tan iluminado ya que en la ciudad no se distinguía eso a causa de la luz de los edificios y que poco me importaba.
Me cubrí lo mejor que pude con la campera que tenia para resguardarme del frio y me dormí pensando en mi infancia.

Me acorde de aquel día en que me escape de esa casa con tan solo ocho años, cansado ya de soportar el mal humor y los maltrato de mis tías. Lamentablemente yo era rebelde y por ello obedecía pocas veces lo que me ordenaban. Tan pequeño no soportaba ver a mi padre trabajar duro para luego entregarles todo el dinero a sus hermanas, dejándonos desatendidos a nosotros sus hijos, a un lado como si no existiéramos, como si no significáramos nada para él. Prefería vivir solo que regresar a ser tratado como esclavo.
Había llegado a una pequeña casita abandonada donde me quede por un largo tiempo, deje de ir a la escuela pues no tenía nada más que mi ropa. La única manera que encontré para sobrevivir era entrando en los terrenos vecinos y sacando unas cuantas frutas o verduras para comer. En ocasiones solía meterme en el gallinero de doña María a sacar un par de huevos o buscaba las ollas viejas y rotas que la gente tiraba por ahí, canjeándolas por un par de monedas  a mi maestro ya  que a sabía bien que utilidad darles. Esas monedas sin duda me servirían para comprar algo.
Un día él me preguntó  por qué no iba a la escuela, a lo que yo respondí que no tenía tiempo y que volvería el siguiente año, sin decir nada más me marché.
Así de una u otra manera seguí, jamás supe si me estarían buscando pues me sentía libre, nadie me molestaba, lo complicado eras subsistir pero de a poco me acostumbré.
El mes casi llegaba a su final y me preguntaba qué diría mamá al no verme con mi padre y mi hermano, quizás se enojaría con migo por haberme ido o con todos por haberme cuidado, la verdad no lo sé.
La extrañaba y es que era tan buena, que enojarme con ella por haberse marchado sin nosotros era imposible, sus ojos tan claros transmitían tanta ternura y bondad, era única, era lo que más quería en el mundo…

Amanecía y volví al presente, por un momento pensé que todo era una pesadilla, que jamás había emprendido ese viaje, pero no, aun me encontraba en el mismo lugar, sin poder siquiera levantarme. Otra vez el sol se asomaba, y otro día más llegaba, quitándome de a poco todas las esperanzas de sobrevivir.
Cerré mis ojos y grite: ¡Llévame contigo Dios! ¡No quiero seguir sufriendo más días así!,  mientras las lagrimas caían por mis  mejillas. Llorando de la angustia, mire al cielo tratando de calmare, en ese momento escuche algo, pensé que venía alguien, me senté deprisa mirando hacia todos lados, pero no había nada, quizás sería mi imaginación, pero sinceramente había oído a algo moverse.
De repente en mis espaldas se apoyaron unas pequeñas patitas y tras eso vino a mi rostro un gran lengüetazo, era el viejo Grone, el perro que a pesar de los años seguía vivo alado de mamá.
Cuando lo vi mi corazón se emocionó, lo abrace con todas las fuerzas que tenia, ahora sí, sin duda de algún modo él sería mi salvación.
Volví a mirar a mí alrededor y note que a lo lejos, mí querida viejita venia caminando hacia mí lentamente a pasos pequeños. Sin duda era ella, como no reconocer ese sombrero negro del que jamás se quiso deshacer y ese reboso rojo típico de ella que siempre llevaba consigo. No lo podía creer el objetivo de volver a verla se había cumplido, aunque no del modo en que quería, pero que rayos, eso ya no importaba.

Cuando al fin llegó a mi lado, se arrodillo y al ver mi tobillo fuera de lugar se echó a llorar, me estrechándome entres sus brazos diciendo: -No te preocupes hijo mío ahora ya estoy acá para ayudarte. Como describir el alivio y la felicidad que sentí al oírle decir eso, sin duda, no ay palabras para ello.
 Seque sus lágrimas con mis manos y tratando de calmarla, decía que todo estaría bien, que con su ayuda podría salir de ahí y volver a casa.
Ella me miro y con tristeza pregunto ¿cómo?  Cierto, ella no podía alzarme ni llevarme a rastras al puesto, estaba demasiado lejos y la casa habitada más cercana se encontraba aun más distante. De pronto, recordé que tenía mi celular, no tenía señal, pero aun tenia batería suficiente.
Por esos campos, como a ocho kilómetros, existía un solo lugar del cual se podía llamar, lo había descubierto mi hermano, que hace un par de años también había llegado por estos lados.
Le indique a mi madre con paciencia el sitio al que tenía que llegar y como debía darse cuenta que había señal, para ella usar un celular por primera vez era algo complicado, algo nuevo pero lo intento, indicándole solo dos pasos, practicamos varias veces la manera en la que debía marcar el numero de mi esposa y sabiendo bien esto partió acompañada de su perro.
Mientras veía como se alejaba lentamente de mí, pedí por ella, rogando que no lo pasara nada en el camino y que volviera con buenas noticias.
Mientras esperaba su regreso, recordé nuevamente aquellos días miserables, en el que nadie me buscaba, era como si jamás hubiera existido. Solo pensaba en lo infeliz que me sentía y que vivir no era para mí. Cada día me sentaba a llorar debajo de ese enorme árbol que crecía al lado de una pequeña vertiente de agua. No quería seguir así y regresar no estaba en mis planes, prefería la soledad que volver a sufrir los maltratos por parte de las hermanas de mi padre.
Cuando dije que no quería vivir más mi madre se acerco por detrás y abrazándome dijo:- Hijo mío ahora estoy acá para ayudarte. Me había encontrado, jamás supe como lo logró pero en ese momento me alegraba verla, volviendo a ser feliz a su lado nuevamente…

Ella, en las dos únicas ocasiones repitió casi las mismas palabras justo cuando ya me rendía, por esas razones la quería tanto.

 Con el transcurso de un día más, volvió mi salvadora acompañada de mi hermano, mi esposa y dos hombres. Trayendo  consigo una camilla, era tan satisfactorio notar que mamá había logrado manejar ese celular.
Legaron a mí y me recostaron, así emprendimos el camino de regreso a la ciudad, otra vez sentía felicidad  y es que volvería a ver a mis hijos.
Mientras me llevaban en andas hasta el camino más cercano, pensaba en lo afortunado que era en tener aun a mi madre viva, a mi mujer a mi lado y a mi hermosa familia. Decía entre mi que sin mi madre jamás hubiera regresado a mi hogar. En eso ella se detuvo diciendo: - Hijo hasta acá llegue, tengo que volver a mi puesto, te quiero un montón y lo sabes, pero ya cumplí con mi trabajo de madre te cuidé y te salve, ya nada malo te puede pasar. No entendí que quiso decir con eso pero tome su mano y dándole un beso me despedí diciendo-  “mamá pronto volveré”

Ella tomo otro rumbo y se perdió entre los cerros que tanto adoraba, sabía que si le pedía que viniera con migo, no aceptaría, no había más opción que dejarla partir.

Con el correr de los mese me recupere y decidí volver, necesitaba agradecerle y avisarle que ya estaba mejor. Esta vez no regrese solo, fui con mi hermano, queríamos volver a verla, llegamos a esa casita pequeña buscándola con emoción, el primero en recibirnos fue “Grone”, no muy contento se acerco y con unos gemidos nos llevo hacia la casa. La encontramos pero en vida ya no estaba, la vimos acostada en su catre, tapada con su reboso con una leve sonrisa en el rostro.
De momento parecía solamente dormida, pero se había ido. Mis intentos por despertarla eran inútiles su corazón ya no latía. No podía hacer nada más que llorar en su pecho, tenía tantas cosas por contarle pero la vida no me permitió hacerlo.
Mi hermano con un inmenso dolor me abrazo diciendo, ay que ser fuertes ella eternamente estará a nuestro lado. Recuerda siempre ese día en el que la viste llegar cuando ya las esperanzas se te esfumaban, recuerda ese abrazo, su mirada, sus palabras, ella con su avanzada vejes te ayudó, no te abandonó y jamás lo hará. Tú y yo sabemos que fue una gran mujer que se enfrento a todos para sacarnos adelante, sabes que tras las injusticias que sufrimos ella nos protegió alejándonos de la maldad. Nos cuido mientras pudo y aunque no quiso alejarse de este lugar tan remoto siempre encontró la manera de brindarnos lo mejor, hoy somos felices gracias al amor inmenso que nos dio.

Jamás la olvidaré, la dejamos así como la encontramos pues sabíamos bien que su voluntad era permanecer ahí en ese lugar pero antes de marcharnos, dejamos una flor en su pecho, como muestra de nuestro amor por ella. Fue incondicional una gran madre que nos cuido hasta el final.