lunes, 12 de abril de 2010
Invitamos a todos a participar de la entrega de premios del II Concurso literario para estudiantes de la UNSa "Prof. Alicia Chibán" que se va a realizar este viernes, 16 de abril a las 18:45hs. en la Sala Auditorio del Complejo de Bibliotecas (Av. Belgrano esq. Sarmiento).
Además, se hará entrega de una pequeña publicación en versión digital de los textos ganadores del 1° y 2° concurso.
DICTAMEN DEL JURADO
Integrado por los poetas Carlos Juárez Aldazábal, Darío Villalba y Eduardo Carlos Robino
PRIMER PREMIO
Alejandro Luna
Seudónimo: Macario
Poema: “Revisión al poema de Hölderlin”
El jurado estima que, tanto el poema como el poemario presentado – en todos los casos se trata de poemario, cabe aclarar – se caracterizan por una calidad poética que hace pie en la solidez y precisión del uso del lenguaje y en la fuerza transmitida desde la escritura a través de imágenes tanto metafóricas como metonímicas. Se puede observar en el poema ganador la capacidad que tiene el poeta de lograr efectos de una aguda sensibilidad sin caer en el lugar común, en el uso indiscriminado de adjetivos o en el giro emocional del golpe bajo; por el contrario, los efectos emotivos logrados en el poema, un punto de llegada que comienza desde el primer verso y que, al terminar la lectura, puede notarse como efecto de una totalidad dbien construida.
PRIMERA MENCIÓN
Juan Manuel Díaz Pas
Seudónimo: El indie gente
Poema: “Agotamiento”
El jurado estima la necesidad de otorgar una mención al poema “Agotamiento”. Tanto el poema, como el poemario presentado – repetimos, en todos los casos los participantes presentaron poemarios – se caracterizan por un buen nivel en cuanto a su calidad poética. Pueden observarse imágenes logradas y un fluido manejo del lenguaje. Puede observarse, por parte del poeta, el recurso a cierto hermetismo que no siempre da en el blanco (Nos referimos al poemario, esto no se observa en el poema “Agotamiento”, pero sí en otros). Una observación para el participante: la versificación utilizada, por momentos dificulta el fluir del poema en los ojos del lector. El verso ligado a cierta brevedad debe ser estudiado siempre en cuanto al efecto que uno desee causar, utilizarlo cono estilo propio muchas veces resta en vez de sumar.
Nos atrevemos a hacer estas observaciones en nombre a que nos pareció muy bueno el poemario, y no al revés. Por favor, tómenlo como una contribución, y no como una crítica.
N.B. Los sobres conteniendo los datos del ganador del concurso y de la primera mención fueron abiertos ante mi presencia y se incorporó, entonces, el nombre de los participantes en el dictamen del jurado. En el día 10 de febrero de 2010.
1° Premio
Revisión al poema de Hölderlin
Fue que los pájaros cantaron
Tan fuerte que bandadas de pájaros emigraron
a la cabeza de Hölderlin.
Pero no pájaros de géneros, ni de especies,
vinieron pájaros en su ser mismo.
Y de tantos,
en su euforia,
algunos picotearon con fuerza la tierra del ser.
Y Hölderlin trataba de traducir fehacientemente los trinos,
pero también sufrió el dolor en carne viva,
digo mejor,
padeció el ser de su cerebro los agudo picotazos.
Algunos días temblaron los pájaros
en la tempestad del ser de Hölderlin.
En las noches los pájaros detenían los trinos,
Y apaciguaban sus picos,
Hölderlin entonces
Escribía poemas en las estrellas
Hasta que llegaba la mañana.
1° Mención
Agotamiento
solitario
y desarmado,
caiga
sobre mí
el cansancio.
alma
y lluvia
coinciden
en mi especie.
ruedan
al silencio.
adivino
la casa,
estoy
por darle
cuerpo.
crucé
todas las noches,
vine
a devolver
la luz.
En la ciudad de Salta, a los quince días del mes de marzo de 2010, reunidos los miembros del Jurado de Narrativa del II° Concurso Literario para Estudiantes de la unas “Prof. Alicia Chibán”, Liliana Bellone, Antonio Gutiérrez e Idangel Betancourt, deciden otorgar el siguiente orden de Mérito:
1° Premio
(Camilo) perdió un pelo...
Entre una edad y otra a veces no hay mucha diferencia, como no la hay entre una rosa y una margarita, las dos son flores. Pero las sutilezas son tan marcadas que la brecha que separa a una de otra, se ahonda de tal manera que, se trasforma en un abismo insalvable. Estas sutilezas eran las que diferenciaban a Camilo de su padre.
Los dos eran buenos hombres, de cierta manera devotos a sus creencias, el mismo talle de pantalón, las orejas un tanto grandes y el rostro duro, como tallado en madera con una gubia desafilada. A Camilo le agradaba ver televisión hasta la madrugada, muy de vez en cuando encontraba una película interesante, de las que uno no puede dormirse aunque la halla visto una y otra vez, pero muchas veces pensaba que habría quedado mejor de otra manera. La mayoría de las veces sólo repasaba imagen tras imagen, una sucesión interminable de anuncios, sexo y violencia. En el otro cuarto su padre hacía lo mismo. La situación económica no le había permitido poder independizarse de una convivencia que cada día se volvía menos soportable.
(... y si de verdad los errores, todos, son nada más que pura y absolutamente culpa de los demás?... mhh, no... pero es que son tantos... ah que! Sí! Es toda su culpa... mhh, no... qué montón de estupideces, todos esos aparatitos no le reducen el peso a nadie... más gordos se van a poner... por qué? Porque si tienen para comprar alguno de esos aparatitos también tienen para comprar un montón de porquerías para comer... mhh, si, si se come porquería se engorda... aunque yo como un montón de porquería y no engordo... de igual manera, esos aparatos no sirven... y el otro día? Qué dijo? Ah! Eso dijo – no sos vos... hay gente del pasado que está volviendo... – hija de remil........... bueh, parece que ya apagó la luz el viejo... qué mierda hará despierto hasta esta hora?)
La manía, o vicio, de quedarse a ver televisión le dificultaba poder mantenerse despabilado por la mañana, debía hacer un esfuerzo para no sentarse en el trabajo de portero que su madre le había conseguido gracias a un conocido. Esto, una escuela pequeña y pintada a medias, era lo que lo salvaba de ser tildado de vago. Sólo iba por las mañanas y de ahí la dificultad de ver televisión hasta la madrugada. La mañana era una tortura suave, como esa llovizna de invierno que pareciese no mojar, sin embargo moja si le damos el tiempo suficiente.
Rutina diaria era, luego de levantarse, lavarse el rostro, los dientes, mojarse y peinarse el cabello, desayunar, ponerse un ridículo delantal marrón que él mismo debió pagar con descuentos de su salario, despedirse de sus padres, que le recordaban día a día lo mal que hacía el quedarse hasta tarde todas las noches, y marcharse a la escuela. Fue uno de esos rutinarios día que descubrió, en medio de su ritual matutino, un pelo enredado en el peine. Nunca había advertido eso, tal vez antes ya había ocurrido lo mismo, seguramente, pues un cabello no crece eternamente. Estaba entrelazado en forma transversal con respecto a los dientes, no era largo ya que lo había cortado la semana pasada, un jueves, como todos los meses. Desayunó e hizo oídos sordos a la reprimenda diaria y se marchó.
(... y si ellos también se quedan despiertos hasta tarde, aunque la vieja se duerme temprano... y tiene razón... pobre vieja... qué hincha pelota que es el viejo!... yo que “Caracortada” no me falopeaba tanto y los esperaba escondido, además, para qué mata a la hermana? Tan linda que era... ah, sí, estaba demasiado falopeado... jubilado de mierda, ya no tiene nada que hacer... por eso se queda hasta tarde... el pelo... antes, habrá caído otro?)
Caminando rumbo a la escuela pensaba en lo que había advertido, su padre era calvo, no del todo, la calva era como si su frente se le prolongara mas allá de un límite razonable, los cabellos, que también cortaba mes a mes, rodeaban esa prolongación inusual. Ese pelo, ese maldito pelo, símbolo inconfundible que el abismo no era tal sino una simple brecha que se cruzaba a pié. Se mantuvo más callado que de costumbre todo ese día.
(... y ahí todos se falopeaban, menos la madre... pero que ganas de joder! Si “Caracortada” le estaba dando plata y ésta que se la revolea por la cara... es plata sucia... qué plata no es sucia? La que se gana trabajando... mhh, si... aunque con lo que me pagan... ese pelo... gente del pasado... sólo quería sacarme del paso... por qué no me lo dijo y ya? Qué tanta vuelta?)
Cenó con calma mientras observaba la semidesnuda cabeza de su padre, testimonio lustrado de su futuro posible, antes de irse a ver televisión preguntó a su madre, por supuesto sin la presencia de su padre, cuándo es que había comenzado a quedarse calvo. Ella rió un poco y le respondió que no lo tuvo jamás en cuenta, suponiendo que así fuese, como a los treinta, que no se preocupase pues él era distinto, a lo mejor no se quedaba calvo ya que en la familia de ella no los había. Conforme respondió lo que se le había preguntado y siendo también de pocas palabras se retiro a su habitación. Pero esto no tranquilizó a Camilo, a tal punto estuvo pensativo que no pudo dormir. A la mañana, justo antes de peinarse, vio nuevamente al pelo enredado entre los dientes del peine, burlón y despreocupado.
No supo por qué lo había dejado y sin pensarlo mucho comenzó a peinarse. Para su sorpresa al terminar éste tenía compañía, esta vez eran dos los cabellos en el peine, el de ayer y el de hoy. Estaba confirmado, se quedaría calvo en un año. Tristemente dejó el peine en el gabinete con los dos pelos, cortos y enredados, desayunó sin ganas, salió a su trabajo sin despedirse de sus padres, dejándolos con medio reproche en la boca y el ridículo delantal marrón colgado en su cuarto.
(... y si de verdad pasa... ya son dos los pelos... el viejo se quedó pelado a mi edad, y somos tan parecidos... según los otros, yo no me veo tan parecido... pero ya son dos los pelos, mañana habrá otro y así otro y otro... pelado... cómo me irá a quedar la cabeza sin pelos? Para la mierda... seguro... y así menos me va a querer... ya no me quería... creo que nunca me quiso... dos pelos, primero uno y hoy otro... qué hijo de...!... hereditario... la reputa que lo parió... por qué me pasa esto a mí?)
Los directivos de la escuela eran estrictos, ya que, a falta de todo, habían decidido serlos como para compensar esas faltas. Al ver a Camilo sin su uniforme de trabajo dieron parte a la directora quien lo hizo llamar a su oficina. De alguna manera se sentía desahuciado y esto le daba valor de enfrentar la casi segura reprimenda. La directora, una severa mujer mayor con aire tiránico, habló largamente del (desconocido) prestigio de la institución, de la pulcritud, de la ética laboral, de los baños, los bancos, de la fachada a medio terminar, y otras cosas que no venían al caso. Seguramente eran temas sumamente importantes para esa mujer, pero a Camilo todo le era secundario, se estaba a punto de quedar calvo. Le hubiera encantado decirle sus verdades a aquella dama alterada pero solo le salió “ese ridículo delantal marrón no me lo pongo más... adiós”, y así como dijo esto, con calma, se marchó.
(... y si me despiden... ah que! Seguro... delantal de mierda... toda es su culpa, yo puse de mi parte... puse todo... por qué lo arruinó? Es que nunca me quiso... si... y ahora pelado qué voy a hacer? Ah! Cualquier cosa... como el “hombre invisible”, qué pedazo de imbésil!... tenía para hacer de todo y se volvió loco... claro, si las retinas también eran invisibles... cómo reflejaban la luz? Se quedó ciego y loco... como el “hombre invisible” no entonces... como un pelado más... le saltaban los ojos a la jefa, me quería matar cuando le contesté... pelado señora, me quedo pelado... qué me va a entender... el uniforme, el uniforme... si yo lo vi al otro portero sin delantal varias veces... a ese no le dicen nada, y seguro le pagan más... la puta que lo parió... pero se lo dije, como le dije a ella... pero no me entienden, nunca me entienden... hablo y hablo y sólo me salen estupideces... por qué no las volteo a puteadas?)
Un sentimiento de libertad comenzó a llenarle el alma, sus pasos antes arrastrados ahora eran extrañamente más ágiles, una cosa era segura, se quedaría calvo pero no agacharía más la cabeza para que se le notara más. Envalentonado por su hazaña, un atrevimiento sin par, se fue a tomar una copa a un bar camino a casa. Entro y acercándose al mostrador pidió una gaseosa, nunca había bebido una gota de alcohol pues según sus padres esto era malo para su salud. Meditó por unos segundos y decidió cambiar el pedido, mejor tomaría un vaso de vino. ¿Qué mal le podría hacer un vaso de vino si él se estaba quedando calvo... se quedaría ciego acaso? ¿Se volvería loco? Mhh, tal vez, la cuestión era que no había hecho nada y se quedaba sin cabello. Lo bebió sin apuro y vio que era agradable por lo que no dudó en pedir otro. Terminado el último trago pagó y se marchó; caminaba medio somnoliento pues nunca había bebido y dos vasos de vino eran más que suficiente para un neófito en estas cuestiones, pensó que era mejor sentarse un momento y ver la gente pasar. Ese poco de alcohol pareció hacerle ver el mundo un tanto distinto, todos iban y venían apresuradamente, no se notaban los unos a los otros, de cierta forma eran una masa indiferente a sí misma, tal cual los individuos que la componían que desconocían lo que realmente eran, personas.
(... y si me quería... no... ya me importa poco... no, me sigue importando... todas esas veces que le dije que la quería... que la amaba, ya se fueron con esos pelos de mierda, la escuela también se fue... por qué? A quién le importa? Si todos caminan sin mirarse... no se notan para nada... y ahí están! Uno al lado del otro... y no se ven! Hola señor! Hola señora!... Niño! Niña!... cómo le va! Ey! Cómo le va! Está usted bien?... hola............ y nadie que te da bola... como el “hombre invisible” ciego y loco... quién está ciego y loco? Es “Caracortada”! falopeado hasta el mango... mató a su hermana... jeje... hija de puta, yo también la hubiese matado... cómo será estar falopeado?)
Llegó como al anochecer, como para la cena, sabía que la directora era una alcahueta y se imaginaba los gritos de su madre. Poco faltó un exorcismo por la terrible falta, y mientras todo era un monólogo de gritos, el padre comía sin siquiera apartar la vista del plato ni un instante. Para Camilo fue como una revelación esa imagen (¡¿?!) Sólo eso podría ser, la pasividad era la causa de la calvicie. Jamás había visto a su padre discutir, no ya con su madre, sino con nadie, jamás dejó de cortarse el cabello, jamás había tomado un vaso de vino en su presencia, jamás de los jamases. Un eterno levantarse, lavarse la cara, los dientes, peinarse el cabello, día tras día, un pelo hoy, otro mañana, otro pasado... y a ese ritmo, rutina de los dioses, la continua repetición hasta el fin para lograr la tan ansiada perfección, una calvicie perfecta.
Dédalo
(... y si dejo a los demás la perfección... ser un loco perfecto, un ciego perfecto, un falopero perfecto... un enamorado perfecto... tan mezclados, tan entrelazados... será entonces la imperfección, ni loco, ni ciego, ni falopero... ni pelado, aunque lo sea, jeje... qué brille entonces el sol en esta cabeza! Qué la cubra una gorra! Qué sobresalga entre los de melena abundante, el signo de la diferencia!... y alguna vez de nuevo enamorado... dejara la vida de sorprendernos? Mhh, no creo...)
Camilo suspendió los jamases de su vida, hasta cierto punto como todo; por un tiempo pensó que la pasividad de su padre era la causa, pero no. La pasividad no tenía nada que ver, sólo era una de las consecuencias del estarse sin sueños, sin esperanzas, con el corazón vacío, por supuesto hay una solución... sí, esa. Desde entonces su cabello creció libremente, su frente no se prolongó demasiado, ahora sólo le molesta un poco que, de vez en cuando, algún pelo se quede enredado en el peine.
1° Mención
José Francisco Fernández Garnica
El gamberro inconforme (confesiones)
Vueltas imprecisas
Presupongo que las olas y los protorreceptores tendrán la sutileza de ignorar algunos cronopios bien dramatúrgicos debajo de las irrelevancias, pues detrás de las persianas abiertas alrededor de ciento un mil ojos vierten en una ciénaga esa ignorante lición que hasta el momento inspiró soledad.
Resulta que hasta una hora después de inspirar a lo que se denomina modelo de extensión unos primitivos sentimientos del origen pueril tocaron las puertas de mis incertidumbres menos pupilas. Es entonces que un vástago vahído interpretó algunas corcheas becerras dispuestas a ser razonables con el cuerpo sin violencia. De momentos la clave perfecta se dispone a ser partícipe de una sola palabra que a pesar de haber sido víctima en inconmensurables escaramuzas aún prosigue su rarefacción. De ser acaso que un sustantivo propio logre manipular hasta el más desdichado e inspire y habite otra enfermiza retórica tiene cierta directriz. Son ocaso sus vocales, algunas consonantes y poco menos que una escarpa numérica quien osa suplir otro ecléctico ópalo. Dejemos de pavadas que hasta en un camposanto los muertos saben dejar huellas por doquier a través de periferias, pues bastará enumerar un enlutado archivo todas las consecuencias que provocó un minúsculo sentimiento. Todo lugar carece de forma concreta pero siempre hay un cielo que solicita una prosternación, un indulgente favor que merece la metalepsis omnisciente. Mirar hacia los costados sólo deja agostar algunas sábanas mal higienizadas pero ¿a quién le importa esos detalles de esfinges?
De pronto mis piernas suben el acelerador y las cartas menos sibilinas se detienen frente a mis narices para embelesar la sangre que habita mi interior. Al poco tedio mis ojos vuelven a reencontrarse con sus donaires y en seguida un fantasma quien habría muerto ya a grandes distancias vuelve a resucitar desde la carne charanga. Los himnos a una gloria de ostensorio debaten una zozobra de huecos postulados, le llame casi hermana a cierta andorga que envuelve algo que no estaba en mis planes. Hasta los amigos imaginarios de mi oposición buscan mi felicidad de Hebe puesto que no es normal ser cisterna de un desierto sin tormentas.
Un llamado es suficiente, un héroe epónimo que me diga que hacer por tanta hirsuta marginada hacia las taciturnas desilusiones, en fin me vuelvo a burlar de mis escasas intransigencias. La hora llega como si otros minutos fueran mayormente importantes. ¿Le digo o no le digo?
Parlotear con mujeres
El amor se maneja en virtudes más nobiliarias, son un pingüe volátil entrelazado con lo casto y poco rezagado. Su decisión acostumbra al estío ser una fuente de juventud propensa a menores farfullas. Locuaz me veo desde un espejo sonoro y hasta intento ahorcar a millones de partículas que trabajan día y noche en ese fetichismo tan ridículo. Ahora hasta los miembros más secundarios se vuelven insurrectos respecto a mi persona y ñoñería. Soy un ciego que puede mirar el horizonte y sabe la frase predilecta para envenenarse de suicidio natural. Ella menea sus alas angélicas y yo soy la sombra de mi encanto gamberro.
Si pudiere explicar a mis paredes cuanto tiempo les dedique a ellas hubiere impreso algunas peores memorias colgadas por atípicos universos estelares dibujados muy en transparencia relea.
Busco un Parnaso que le grite a mis neuronas cuanta falta le hace olvidar ser amante del viento trastocado en mujer. Es una, pura y poco promiscua la que me detiene en mis majaderas intersecciones. Soy esposa de esposos y hasta esposo de esposas, me deformo los dientes que muy estrechos ruedan hacia cualquier menosprecio humano, busco al sofisma que desdibuje la marea y así altere el paso de sirenas sin cesar. Pues un resplandor del nous se invita a sufrir en avivo destino disculpado por escultores proclives. Lo rojo siempre tiñe la camisa morada pues de vesania se extingue lo homicida manejado por el vicio frenético y atisbado. Ya empecé a herrar los pasos otra vez pero sin movimiento preciso busco respuestas enfurruñantes, detestables o más despectivas. Lo natural siempre es artificio de sonrisas y comentarios nacionales dispuestos a supeditar lo ecuánime.
Nuevamente el timbre resonó por doquier, las paredes me miran con cizaña y es asaz el esputo obstinado que crece detrás de mis fisonomías. Desnudo encuentro al sentido curvo y expansivo si acaso decide abrir mis umbrales, pequeña de ojos miel prosigue tu rutina asesina y desarraiga mis raíces de la normalidad.
Otra vez un noc noc transmite trasmite su mensaje al receptor cuya franqueza cobarde se burla con frecuencia, una vez más el trece abismal irrumpe mis melodías oníricas, me recuesto en un sofá amarillento y dedico algunos suspiros al carnaval.
Dialogar con mujeres agrupa mi panteísmo, soy hasta hurgón de mis desdichas e hijo de algunas novicias impías. Ellas aman a sus sintagmas amorosos, son descarnadas de vergüenza y hasta un trance de expiación. Bellas féminas dispuestas a perdonar la yerta masculina, conscientes de su poder hacen catarsis en los rechazos de potencia.
Un día para el fiel de imperfecto
Levantar, descansar y hasta improvisar lo impuntual son pautas precisas que requieren de ese elemento casi tunante. Como una luz que se aprovecha desde afuera y basta con ser sinceros para interrogar cuestiones que ni siquiera necesitan ser repreguntadas. La música se mueve en seguida como varias sintonías ilustres que todo poeta podría desdibujar a medida que sus tormentas vuelven esos mares en pastizales.
En la observancia somos un montón de hormigas salidas de pequeños orificios, a lo mejor cruzadas por inercia o simbiosis pasajera contraída de otras sincronías.
Temores que nos hacen estoicos, algo ecuánimes y quizás un basto cúmulo de retoques sutiles para merecer algún secreto moral y espiritual.
Ese soy yo, un yo que comparte lo inverso, lo reverso, lo verídico y lo opuesto. Lo tunante, lo tímido y hasta reitero cierta entropía disuelta en un abismo irracional.
Como esos viejos ancianos que muy furtivos juegan a las aventuras de ser niños por el resto de sus días.
He aquí ese cuerpo que posee montañosas fisonomías, curvas, un par de ojos, dientes, orejas y hasta pertenece a un cuadro goyesco, diminuta caricatura a lo mejor de sus imprecisiones, imposturas plebeyas hojaldradas en oro diferente.
Josua se enorgullece de esas fantasías, creaciones que se relacionan a sus dimensiones anormales, con un poco de bondad le sobran unas melodiosas historias, narraciones impávidas con aire, tinte y trufa.
De a ratos se camina horas y segundos multiplicados por otros más enamorados y segundos multiplicados por otros más enamorados tal vez, para que ninguna sombra se le cruce por la mente razonable. Un día más o uno menos será significativo para el amplio universo que persigue constantemente.
Entonces algo por la mente se envuelve bruscamente desde la espontánea naturaleza onírica.
¿Qué será?
Será por el contrario un particularismo ideológico, gentil, indeseado por las periferias, un rumbo cabizbajo o calma incomprendida. Ateneo se sirve de las típicas voluntades imprudentes que su propia cordura le hace crecer con tanta bribonada.
Entonces en su intención nada más busca un compartir ese día completo, de pies a cabeza, de polo a polo, jajaja.
Imaginarán mis estimados lectores que cuando un soñador vive para amar no hay nada más preciado que regalar unos kilogramos de fantasías, otros milímetros de felicidades y porque no los anhelos utópicos entre algunos gestos cincelados que se vuelcan loables en fruición representada.
Quiero hacer esa función el día de hoy, correr por esas esquinas socavadas, mostrar mi propia mirada de un mundo saburroso, imbécil a veces, pero afable y tierno.
Mostrarte a vos que las persianas se abren por doquier y no es necesario llorar para ser feliz. Aquí de todas maneras siempre existe la razón para pensar en las poesías, en la musa que hace al humano un ser diligente, remiso y hasta mórbido. Discurrir por algunas sendas me quiebra las alas, aunque en diálogo permanente suspiro y vuelvo a crecer con ignorancia. Ser sutil en un mundo exógeno es improvisar el anaquel entramado de propensiones, republicano diabólico e inexperto por talla imperfecta.
Soñar, y soñar, extrañar y extrañarte todo me vuelve a la cabeza. Ave marías interminables disfrazadas de aire, pasión y cielo. Cánticos tremulosos colgados de alguna pared expuestos como lumbre desde las afueras de mi corazón. Vuelvo otra vez en sí, hasta que las purezas del oxígeno dejan encauzar la tranquila letanía impugnada.
SI caminas frente a mí, verás cómo las paredes se ilusionan por volver a encontrarle en ese filo tan homero, riente y positivo. Amigo de los suspiros, estrellas e insurrectos recuerdos que traen consigo dicha y vida.
Soy feliz, y he aquí un día que comparto junto a vuestra presencia, ojos y hasta minutos que robé desde que perdiste la computadora.
Mi intención, regalarte un día de mi vida, un motivo para compartir mis ternuras con vuestra presidencia.
Ya la noche se vuelve eminente, un tanto creyente, ávida y hasta figurativa. Ella es la mujer que me inspira la connivencia y hasta enfrentar las inmensidades del vacío. Serán siempre mañanas las que ocuparé recuperando las sonrisas, un manojo de sueños dispuestos a nacer con el placer de volver a crecer.
Un encuentro que siempre nos hace estar cerca pero tan cerca de nosotros mismos. Hoy somos dos, Somos uno y hasta siento que estáis aquí junto a mi corazón. Porque los pájaros vuelan sin saber a dónde pero están seguros que un lugar les espera siempre.
AMEN.
Sombras y grandilocuencias
Durante algunas noches mis religiones perduraron como si un jolgorio llevase consigo algún enrevesado malhumor dispuesto a choclar temperaturas. Como siempre los reyes de la noctámbula paciencia duermen durante las mañanas y son eclipses en sus pormenores. Nuevamente la situación se maneja como esos sistemas metabólicos. La dama se ruboriza, inventa su postura y hasta y hasta recubre sus detalles erógenos en conjuntos diálogos poéticos, explícitos en su inacción sobrenatural.
Los baños de calor son como esos trapajos pingues corregidores y hasta mohínos hacia un estío artificial, las niñas nunca más vuelven a recuperar sus angelicales vestiduras. Las pupilas se tuercen en las melodiosas letanías líricas algo así como un despertar santiguante, pues si preguntaras de qué manera un suspiro se vuelve escarrar de patos podríamos analizar todo un síntoma acatarrado.
Diferente enfoque se retoca con un poco de sayo, ese que está enamorado del misticismo, se ocupa claramente de eclipsar las lagunas facinerosas y al desdoblar un sentimiento moral acude al andrajoso músculo cerebral.
Lo humilde existe siempre por detrás de lo azaroso, naturalmente mientras el recorrer del tiempo es preeminencia de lo privilegiado torpemente es humano el carácter perito. Nunca se admite la derrota pues una escaramuza sexual deviene y desgreña lo inútilmente sagrado. Un libre expresor reitera y hasta riñe su antonomasia a fin de cuentas la mediocridad es principio básico que todos practican por generaciones.
La vi lentamente en mis pestañas como si fuere un animal que vuela por doquier, es maroma que atosiga mis pulmones, sesgo de rabias armadas por alegrías homéricas, dejemos de ser desmadejados porque a veces se niega lo prohibido pues éste es aquilón alérgico quien quema las certezas. Ya no miro a las personas como juguetes, ahora llegó un espurio idealismo que altera los pómulos y viola mis hábitos. A quién le importa lo que suceda en este infierno constreñido, si soy proyectil que viene de un título mendrugoso algo vahído y sin muestra alguna.
Si despierto otra vez dedicaré mis palabrerías a otra incertidumbre menos atisbada y con más significancia moderna. Tal vez dialogaré sobre las últimas cepas tecnocratitas, o a lo mejor como interpretar mis melodramas en el acto de un ser narrativo participativo. Se queman mis campos de los elíseo, las aguas son saladas y ahora cuando baja la luna encuentro mi paz en los sueños.
La ventana se abrió hace décadas y aun así sigo sin responder a mi amada que murió desde un silencio. Me gusta sonreír por mis culpas parlotas y hasta soy un hircocervo carente de espacio.
Desenlace disonante
Porque de principio a final se levantaron millones de dudas, un tercio de beneficios y con el resto destinos improvistos de objetividades.
La balanza que cubría las expectativas pasó más entre medio día y menos hacia el anochecer.
Mentiras y verdades jugaron durante todo el día, y nunca se cansaron en el 2008. Se cree que por la noche buena, un gusto acido interrumpió los corazones afligidos y se jactaron de violencia simbólica.
Como se disfruta cada matina, diurnita situación y la suerte que al azar deja negativos excluidos entre papeletas finas, ¿será que se necesita una poción quimérica para desdibujar algunos hechos sociales absolutos?
Este fin de mes, es solo una muestra de lo que se logra durante el lapso de doce pestañas bien definidas en la naturaleza colectiva. En mi diario inusual solo puedo tachar mi nombre, porque quiero vivir mejores placeres y más amoríos noctámbulos que armonicen mis oscuridades.
Hasta el último destello ideal, debo aclarar que las buenas y malas pisadas son gracias a la misma proyección que el momento tiene para mis expectativas.
Gracias afectos y defectos por estar entre mis nieblas.
El libertino