José Francisco Fernández Garnica
El gamberro inconforme (confesiones)
Vueltas imprecisas
Presupongo que las olas y los protorreceptores tendrán la sutileza de ignorar algunos cronopios bien dramatúrgicos debajo de las irrelevancias, pues detrás de las persianas abiertas alrededor de ciento un mil ojos vierten en una ciénaga esa ignorante lición que hasta el momento inspiró soledad.
Resulta que hasta una hora después de inspirar a lo que se denomina modelo de extensión unos primitivos sentimientos del origen pueril tocaron las puertas de mis incertidumbres menos pupilas. Es entonces que un vástago vahído interpretó algunas corcheas becerras dispuestas a ser razonables con el cuerpo sin violencia. De momentos la clave perfecta se dispone a ser partícipe de una sola palabra que a pesar de haber sido víctima en inconmensurables escaramuzas aún prosigue su rarefacción. De ser acaso que un sustantivo propio logre manipular hasta el más desdichado e inspire y habite otra enfermiza retórica tiene cierta directriz. Son ocaso sus vocales, algunas consonantes y poco menos que una escarpa numérica quien osa suplir otro ecléctico ópalo. Dejemos de pavadas que hasta en un camposanto los muertos saben dejar huellas por doquier a través de periferias, pues bastará enumerar un enlutado archivo todas las consecuencias que provocó un minúsculo sentimiento. Todo lugar carece de forma concreta pero siempre hay un cielo que solicita una prosternación, un indulgente favor que merece la metalepsis omnisciente. Mirar hacia los costados sólo deja agostar algunas sábanas mal higienizadas pero ¿a quién le importa esos detalles de esfinges?
De pronto mis piernas suben el acelerador y las cartas menos sibilinas se detienen frente a mis narices para embelesar la sangre que habita mi interior. Al poco tedio mis ojos vuelven a reencontrarse con sus donaires y en seguida un fantasma quien habría muerto ya a grandes distancias vuelve a resucitar desde la carne charanga. Los himnos a una gloria de ostensorio debaten una zozobra de huecos postulados, le llame casi hermana a cierta andorga que envuelve algo que no estaba en mis planes. Hasta los amigos imaginarios de mi oposición buscan mi felicidad de Hebe puesto que no es normal ser cisterna de un desierto sin tormentas.
Un llamado es suficiente, un héroe epónimo que me diga que hacer por tanta hirsuta marginada hacia las taciturnas desilusiones, en fin me vuelvo a burlar de mis escasas intransigencias. La hora llega como si otros minutos fueran mayormente importantes. ¿Le digo o no le digo?
Parlotear con mujeres
El amor se maneja en virtudes más nobiliarias, son un pingüe volátil entrelazado con lo casto y poco rezagado. Su decisión acostumbra al estío ser una fuente de juventud propensa a menores farfullas. Locuaz me veo desde un espejo sonoro y hasta intento ahorcar a millones de partículas que trabajan día y noche en ese fetichismo tan ridículo. Ahora hasta los miembros más secundarios se vuelven insurrectos respecto a mi persona y ñoñería. Soy un ciego que puede mirar el horizonte y sabe la frase predilecta para envenenarse de suicidio natural. Ella menea sus alas angélicas y yo soy la sombra de mi encanto gamberro.
Si pudiere explicar a mis paredes cuanto tiempo les dedique a ellas hubiere impreso algunas peores memorias colgadas por atípicos universos estelares dibujados muy en transparencia relea.
Busco un Parnaso que le grite a mis neuronas cuanta falta le hace olvidar ser amante del viento trastocado en mujer. Es una, pura y poco promiscua la que me detiene en mis majaderas intersecciones. Soy esposa de esposos y hasta esposo de esposas, me deformo los dientes que muy estrechos ruedan hacia cualquier menosprecio humano, busco al sofisma que desdibuje la marea y así altere el paso de sirenas sin cesar. Pues un resplandor del nous se invita a sufrir en avivo destino disculpado por escultores proclives. Lo rojo siempre tiñe la camisa morada pues de vesania se extingue lo homicida manejado por el vicio frenético y atisbado. Ya empecé a herrar los pasos otra vez pero sin movimiento preciso busco respuestas enfurruñantes, detestables o más despectivas. Lo natural siempre es artificio de sonrisas y comentarios nacionales dispuestos a supeditar lo ecuánime.
Nuevamente el timbre resonó por doquier, las paredes me miran con cizaña y es asaz el esputo obstinado que crece detrás de mis fisonomías. Desnudo encuentro al sentido curvo y expansivo si acaso decide abrir mis umbrales, pequeña de ojos miel prosigue tu rutina asesina y desarraiga mis raíces de la normalidad.
Otra vez un noc noc transmite trasmite su mensaje al receptor cuya franqueza cobarde se burla con frecuencia, una vez más el trece abismal irrumpe mis melodías oníricas, me recuesto en un sofá amarillento y dedico algunos suspiros al carnaval.
Dialogar con mujeres agrupa mi panteísmo, soy hasta hurgón de mis desdichas e hijo de algunas novicias impías. Ellas aman a sus sintagmas amorosos, son descarnadas de vergüenza y hasta un trance de expiación. Bellas féminas dispuestas a perdonar la yerta masculina, conscientes de su poder hacen catarsis en los rechazos de potencia.
Un día para el fiel de imperfecto
Levantar, descansar y hasta improvisar lo impuntual son pautas precisas que requieren de ese elemento casi tunante. Como una luz que se aprovecha desde afuera y basta con ser sinceros para interrogar cuestiones que ni siquiera necesitan ser repreguntadas. La música se mueve en seguida como varias sintonías ilustres que todo poeta podría desdibujar a medida que sus tormentas vuelven esos mares en pastizales.
En la observancia somos un montón de hormigas salidas de pequeños orificios, a lo mejor cruzadas por inercia o simbiosis pasajera contraída de otras sincronías.
Temores que nos hacen estoicos, algo ecuánimes y quizás un basto cúmulo de retoques sutiles para merecer algún secreto moral y espiritual.
Ese soy yo, un yo que comparte lo inverso, lo reverso, lo verídico y lo opuesto. Lo tunante, lo tímido y hasta reitero cierta entropía disuelta en un abismo irracional.
Como esos viejos ancianos que muy furtivos juegan a las aventuras de ser niños por el resto de sus días.
He aquí ese cuerpo que posee montañosas fisonomías, curvas, un par de ojos, dientes, orejas y hasta pertenece a un cuadro goyesco, diminuta caricatura a lo mejor de sus imprecisiones, imposturas plebeyas hojaldradas en oro diferente.
Josua se enorgullece de esas fantasías, creaciones que se relacionan a sus dimensiones anormales, con un poco de bondad le sobran unas melodiosas historias, narraciones impávidas con aire, tinte y trufa.
De a ratos se camina horas y segundos multiplicados por otros más enamorados y segundos multiplicados por otros más enamorados tal vez, para que ninguna sombra se le cruce por la mente razonable. Un día más o uno menos será significativo para el amplio universo que persigue constantemente.
Entonces algo por la mente se envuelve bruscamente desde la espontánea naturaleza onírica.
¿Qué será?
Será por el contrario un particularismo ideológico, gentil, indeseado por las periferias, un rumbo cabizbajo o calma incomprendida. Ateneo se sirve de las típicas voluntades imprudentes que su propia cordura le hace crecer con tanta bribonada.
Entonces en su intención nada más busca un compartir ese día completo, de pies a cabeza, de polo a polo, jajaja.
Imaginarán mis estimados lectores que cuando un soñador vive para amar no hay nada más preciado que regalar unos kilogramos de fantasías, otros milímetros de felicidades y porque no los anhelos utópicos entre algunos gestos cincelados que se vuelcan loables en fruición representada.
Quiero hacer esa función el día de hoy, correr por esas esquinas socavadas, mostrar mi propia mirada de un mundo saburroso, imbécil a veces, pero afable y tierno.
Mostrarte a vos que las persianas se abren por doquier y no es necesario llorar para ser feliz. Aquí de todas maneras siempre existe la razón para pensar en las poesías, en la musa que hace al humano un ser diligente, remiso y hasta mórbido. Discurrir por algunas sendas me quiebra las alas, aunque en diálogo permanente suspiro y vuelvo a crecer con ignorancia. Ser sutil en un mundo exógeno es improvisar el anaquel entramado de propensiones, republicano diabólico e inexperto por talla imperfecta.
Soñar, y soñar, extrañar y extrañarte todo me vuelve a la cabeza. Ave marías interminables disfrazadas de aire, pasión y cielo. Cánticos tremulosos colgados de alguna pared expuestos como lumbre desde las afueras de mi corazón. Vuelvo otra vez en sí, hasta que las purezas del oxígeno dejan encauzar la tranquila letanía impugnada.
SI caminas frente a mí, verás cómo las paredes se ilusionan por volver a encontrarle en ese filo tan homero, riente y positivo. Amigo de los suspiros, estrellas e insurrectos recuerdos que traen consigo dicha y vida.
Soy feliz, y he aquí un día que comparto junto a vuestra presencia, ojos y hasta minutos que robé desde que perdiste la computadora.
Mi intención, regalarte un día de mi vida, un motivo para compartir mis ternuras con vuestra presidencia.
Ya la noche se vuelve eminente, un tanto creyente, ávida y hasta figurativa. Ella es la mujer que me inspira la connivencia y hasta enfrentar las inmensidades del vacío. Serán siempre mañanas las que ocuparé recuperando las sonrisas, un manojo de sueños dispuestos a nacer con el placer de volver a crecer.
Un encuentro que siempre nos hace estar cerca pero tan cerca de nosotros mismos. Hoy somos dos, Somos uno y hasta siento que estáis aquí junto a mi corazón. Porque los pájaros vuelan sin saber a dónde pero están seguros que un lugar les espera siempre.
AMEN.
Sombras y grandilocuencias
Durante algunas noches mis religiones perduraron como si un jolgorio llevase consigo algún enrevesado malhumor dispuesto a choclar temperaturas. Como siempre los reyes de la noctámbula paciencia duermen durante las mañanas y son eclipses en sus pormenores. Nuevamente la situación se maneja como esos sistemas metabólicos. La dama se ruboriza, inventa su postura y hasta y hasta recubre sus detalles erógenos en conjuntos diálogos poéticos, explícitos en su inacción sobrenatural.
Los baños de calor son como esos trapajos pingues corregidores y hasta mohínos hacia un estío artificial, las niñas nunca más vuelven a recuperar sus angelicales vestiduras. Las pupilas se tuercen en las melodiosas letanías líricas algo así como un despertar santiguante, pues si preguntaras de qué manera un suspiro se vuelve escarrar de patos podríamos analizar todo un síntoma acatarrado.
Diferente enfoque se retoca con un poco de sayo, ese que está enamorado del misticismo, se ocupa claramente de eclipsar las lagunas facinerosas y al desdoblar un sentimiento moral acude al andrajoso músculo cerebral.
Lo humilde existe siempre por detrás de lo azaroso, naturalmente mientras el recorrer del tiempo es preeminencia de lo privilegiado torpemente es humano el carácter perito. Nunca se admite la derrota pues una escaramuza sexual deviene y desgreña lo inútilmente sagrado. Un libre expresor reitera y hasta riñe su antonomasia a fin de cuentas la mediocridad es principio básico que todos practican por generaciones.
La vi lentamente en mis pestañas como si fuere un animal que vuela por doquier, es maroma que atosiga mis pulmones, sesgo de rabias armadas por alegrías homéricas, dejemos de ser desmadejados porque a veces se niega lo prohibido pues éste es aquilón alérgico quien quema las certezas. Ya no miro a las personas como juguetes, ahora llegó un espurio idealismo que altera los pómulos y viola mis hábitos. A quién le importa lo que suceda en este infierno constreñido, si soy proyectil que viene de un título mendrugoso algo vahído y sin muestra alguna.
Si despierto otra vez dedicaré mis palabrerías a otra incertidumbre menos atisbada y con más significancia moderna. Tal vez dialogaré sobre las últimas cepas tecnocratitas, o a lo mejor como interpretar mis melodramas en el acto de un ser narrativo participativo. Se queman mis campos de los elíseo, las aguas son saladas y ahora cuando baja la luna encuentro mi paz en los sueños.
La ventana se abrió hace décadas y aun así sigo sin responder a mi amada que murió desde un silencio. Me gusta sonreír por mis culpas parlotas y hasta soy un hircocervo carente de espacio.
Desenlace disonante
Porque de principio a final se levantaron millones de dudas, un tercio de beneficios y con el resto destinos improvistos de objetividades.
La balanza que cubría las expectativas pasó más entre medio día y menos hacia el anochecer.
Mentiras y verdades jugaron durante todo el día, y nunca se cansaron en el 2008. Se cree que por la noche buena, un gusto acido interrumpió los corazones afligidos y se jactaron de violencia simbólica.
Como se disfruta cada matina, diurnita situación y la suerte que al azar deja negativos excluidos entre papeletas finas, ¿será que se necesita una poción quimérica para desdibujar algunos hechos sociales absolutos?
Este fin de mes, es solo una muestra de lo que se logra durante el lapso de doce pestañas bien definidas en la naturaleza colectiva. En mi diario inusual solo puedo tachar mi nombre, porque quiero vivir mejores placeres y más amoríos noctámbulos que armonicen mis oscuridades.
Hasta el último destello ideal, debo aclarar que las buenas y malas pisadas son gracias a la misma proyección que el momento tiene para mis expectativas.
Gracias afectos y defectos por estar entre mis nieblas.
El libertino